viernes, 8 de septiembre de 2017

Desarrollo del tema

CASTILLA

Plena Edad Media.

Con su hijo Fernando I “el Magno”(1035 – 1065) se produjo por primera vez la unión entre Castilla y León en 1037. Este soberano continuó con la incorporación de nuevos territorios aprovechándose de la debilidad y de la división de los reinos musulmanes en el reino Taifas” (1031-1085), de esta forma aumentaron las exigencias de pagos de tributos llamados Parias.

A su muerte deja Castilla a Sancho, Galicia a Urraca y León a Alfonso.

Con éste último, Alfonso VI (1072-1109) se reunifica y se lleva a cabo la repoblación del valle del Tajo entre 1072 y 1109, y la conquista de Toledo (1085) antigua capital visigoda. Pero el proceso se frenó al año siguiente a consecuencia de la derrota en Sagrajas (1086) ante los Almorávides (1086-1147).

En este momento cobró un especial protagonismo la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1043 – 1099) típico caballero medieval de carácter mercenario, acompañado con sus huestes que cobrará fama por su toma de Valencia (1092).

Alfonso VI, intentará fallidamente casar a su hija Urraca con Alfonso I “el Batallador” de Aragón para unir ambas coronas.

Tras morir sin descendencia, le sucederá su sobrino Alfonso Raimúndez (hijo de su hermana Urraca y Raimundo de Borgoña) como Alfonso VII “el Emperador”, iniciándose así LA CASA DE BORGOÑA.

La formación de los “segundos reinos de Taifas” (1147-1195) vuelve a favorecer el proceso de la Reconquista, de esta forma tiene lugar la toma de Almeria en 1147.

De esa forma, aparecieron importantes problemas internos, como la separación entre sus hijos, Castilla (Sancho III) y León (Fernando II), frenando la expansión que no se reanudará hasta el siglo XIII.

La Reconquista durante la primera mitad del siglo XIII se inicia con la invasión de Andalucía por el hijo se Sancho III “el Deseado”, Alfonso VIII “el Noble”(1158 – 1214), que pese a ser derrotado en Alarcos (1195) por los Almohades (1195-1212), vence en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), junto a Alfonso IX de León, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y Alfonso II de Portugal.

Esta batalla, siguiendo el espíritu de cruzada del papa Inocencio III, será el punto de partida del gran avance cristiano que termina con la conquista de Murcia y del valle del Guadalquivir con sus importantes centros urbanos.

Este hecho viene propiciado por la formación de los “terceros reinos de Taifas” (1212-1232), lo que favorece esta Reconquista ante la debilidad musulmana.

Berenguela, hija de Enrique I, sucesor de Alfonso VIII, casará con Alfonso IX de León (hijo de Fernando II) del que nacerá Fernando III “el Santo” (1217 - 1252) que consiguirá la unión definitiva entre Castilla y León en 1230, el mismo año de la toma de Badajoz (antes, en el 1227 conquistó Cáceres). Posteriormente, conquista el valle del Guadalquivir, tomando Córdoba en 1236 (gran triunfo moral por ser la capital andalusí), Jaén en 1244 y Sevilla en 1248.

Esto supone el final de Al- Andalus, a la vez que favorece el surgimiento del reino Nazarí de Granada (1232-1492).

La repoblación al sur de Sierra Morena con Alfonso X “el Sabio” (1252 – 1284) (hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia) que conquistará Niebla (1262) y Cádiz (1265), además de Jerez o el Puerto de Santa María.

Casa con Violante de Aragón (hija de Jaime I “el Conquistador” y Violante de Hungría), y tras la muerte de su primogénito Fernando “de la Cerda”, le sucederá no sin la oposición de los hijos de éste “los infantes de la Cerda” (Alfonso y Fernando), su segundo hijo, Sancho IV “el Bravo”(1284-1295) que subirá al poder y conquistará toda la zona onubense con ayuda del noble Guzmán “el Bueno” hasta llegar a tomar Tarifa en 1292, enfrentándose a los mariníes o benimerines del N. de África.

Baja Edad Media.

Tras la regencia de María de Molina, ante la minoría de Fernando IV “el Emplazado” (1295-1312), llegaría el hijo de éste, Alfonso XI “el Justiciero” (1312-50).

Hijo de Fernando IV de Castilla y de Constanza de Portugal y nieto de María de Molina, subió Alfonso al trono de Castilla y de León cuando tenía un año de edad.
La mayoría de edad la alcanzó con 15 años, en 1325.
Nada más asumir el poder regio comenzó un trabajo laborioso en pro del fortalecimiento del poder real dividiendo a sus enemigos. Mostró así, desde la tierna infancia sus magníficas dotes de gobernante, no dudando en ejecutar a posibles opositores como a Juan de Haro «el Tuerto» en1326.
Durante su reinado consiguió llevar los límites cristianos hasta el Estrecho de Gibraltar tras la importante victoria en la batalla del Salado contra los Benimerines, en 1340 y la conquista de Algeciras en 1344. Una vez resuelto dicho conflicto puso todos sus esfuerzos de Reconquista luchando contra el rey nazarí de Granada.
En 1331, Alfonso de la Cerda rindió un homenaje a Alfonso para dejar zanjadas sus pretensiones al trono castellano y leonés.

A partir de ese momento se iniciaron una serie de disputas sucesorias, como sucedió durante el reinado de Pedro I “el Cruel” (1350 – 1369), que finalizaron con la entronización de la dinastía de los Trastámara con Enrique II de Trastámara (1369-79) o “de las Mercedes”, hermano bastardo del monarca que lo asesina en Montiel y acaba venciendo en una guerra civil castellana (la Baja Nobleza y los judíos como Samuel Halevi luchan a favor de Pedro I; y la Alta Nobleza y Aragón a favor de Enrique de lo que vendrán sus posteriores privilegios o “mercedes enriqueñas”), en la que también habrá participación de el “príncipe negro” británico a favor de Pedro y las Compañias Blancas de Duguesclin con Enrique, enfrentados estos en la Guerra de los Cien Años (1339-1453). Del mismo modo, coincidirá a su vez, con la “Guerra de los dos Pedros” (1356-1369) en la que Enrique vence en la batalla de Almazán a Pedro IV “el ceremonioso” y consolidando así su poder en la península.

Con su sucesor, Juan I (1379-90) , con el que tuvo lugar la derrota frente a Juan I de Avis de Portugal en la batalla de Aljubarrota (1385), también sufrió rebeliones interiores por lo que creó “Hermandades” para garantizar el orden público y centralizar el poder.

Enrique III “el Doliente” (1390-1406) continuará como su padre Juan, los progromos o persecciones a los judíos por su ayuda a Pedro I, lo que unido a nuevas rebeliones, provocó el frenazo del proceso expansivo hacia el Sur.

Con Juan II (1406-54) comienza de nuevo una guerra civil entre éste, y los hijos de su tío, Fernando de Antequera (que ocupó esa plaza en 1410 y que fue regente durante su minoría de edad) denominados “los infantes de Aragón” que serán derrotados junto a la alta nobleza en Olmedo (1445) por el privado del monarca Don Álvaro de Luna.

Enrique IV “el Impotente”(1454-1474), siguió mostrándose débil ante los importantes linajes nobiliarios confiando en hombres como Juan Pacheco o Beltrán de la Cueva para controlarlos pero, aún así, conquistó Gibraltar y Archidona en 1462.

Enrique IV será destronado simbólicamente en la Farsa de Ávila (1465) por la alta nobleza, que se opone a la política de su favorito Don Beltrán de la Cueva. Este hecho conduce a la guerra civil (1474 – 1479) entre su hija Juana “La Beltraneja”, ayudada por Alfonso V “el Africano” de Portugal y su hermanastra Isabel, aliada con Fernando de Aragón, que había sido nombrada sucesora por la baja nobleza de Enrique en el tratado de los Toros de Guisando, en 1468. En 1475 tiene lugar la Concordia de Segovia entre Isabel y Fernando, en la que ambos acuerdan el famoso lema “Tanto monta, monta tanto...”.

La guerra civil finaliza con las victorias de Isabel en las batallas de Toro (1476) y la Albuera, y concluye con el Tratado de Alcaçovas – Toledo (1479) y la unión dinástica con la corona de Aragón (1479), conservando ambos reinos sus propia corona, fronteras, costumbres, leyes, sistema fiscal y moneda, cortes e instituciones municipales de gobierno y política exterior.


CARACTERÍSTICAS SOCIO-ECONÓMICAS DE CASTILLA

La recuperación económica castellana del siglo XIV se sustentó en la riqueza de la ganadería lanar, de la oveja merina (fundamento de la posterior hegemonía de Castilla), propiedad de la nobleza y de las órdenes militares y en los privilegios del Honrado Concejo de la Mesta (1237) que mantenía el sistema trashumante sobre las cañadas leonesa y segoviana. Esto fomenta el desarrollo de las ferias comerciales como la de Medina del Campo (Valladolid) en relación al Eje Sevilla-Burgos-Castro Urdiales (Santander) y el crecimiento de la industria textil de paños para la exportación junto al hierro, vino o aceite al Atlánico, desde otros puertos como Laredo, Bermeo o Bilbao con destino a La Rochela, Nantes, Brujas o Hamburgo.

Esto, a su vez conduce a un estancamiento agrícola (“trilogía mediterránea del tigo. vid y olivo”). Aún así, durante el siglo XV, la economía castellana no sólo se basa en la exportación de lana, sino también en los tributos de oro (parias) que recibe del reino nazarí de Granada, lo que finalmente conduce a un mundo rural y señorial con el auge progresivo de la aristocracia (nobleza y clero), en contraste con el escaso desarrollo de la artesanía, sólo la textil segoviana y a nivel general destinada al mercado local, el comercio (fundación de la Hermandad de la Marina de Castilla del s.XIII para defenderse de la competencia británica y francesa) y, en definitiva, de la burguesía.



Los principales acontecimientos sociales que experimentó Castilla en esta etapa fueron: el aumento demográfico desde mediados del siglo XIV tras la Peste Negra de 1348, pasándose de 3.000.000 habitantes en 1300 a 4.200.000 en 1500. La protección del rey Pedro I a los burgueses, en cuyo progreso basa la reorganización del sistema recaudatorio. Pero el proyecto de ordenamiento de las clases privilegiadas y su intento de reforzar el poder y la autoridad de la monarquía, le enfrenta definitivamente a la nobleza, lo que acaba por conducir a la guerra. La nobleza castellana recupera sus privilegios a manos de su hermanastro Enrique II de Trastámara, apodado por ello “el de las mercedes”, es el momento de apogeo de la alta nobleza. Por ello, el período de mayor paz y tranquilidad en Castilla, tiene lugar durante el reinado de su sucesor, Enrique III entre 1390 – 1406.



Los conflictos urbanos de carácter político en las ciudades se deben a la monopolización de los puestos de mando por parte de los miembros de la alta nobleza, lo que provocó el choque con el pueblo y la burguesía (Burgomaestres o alcaldes), a la que en ocasiones se sumó la pequeña nobleza local.

Los conflictos urbanos de carácter religioso se reflejaron en movimientos populares contra judíos como los progroms de 1391 (el 1º foco fue Sevilla y se propagó al resto de zonas), y en menor medida, ante mudéjares.

El antijudaísmo se basaba, al margen de cuestiones ideológicas y religiosas, en la dedicación de los judíos a actividades financieras (practicando los préstamos o usura), unida a su condición de protegidos por los nobles y por los reyes, lo que provocó un fuerte antisemitismo, agudizado por las crisis económicas.

La estructura social de Castilla era muy compleja y estaba compuesta por aristocracia, pequeños burgueses, campesinado (Behetrías), judíos, mudéjares y moriscos (convertidos al cristianismo).

La estructura social experimentó un fuerte proceso de señorialización, por lo que los movimientos antiseñoriales en el siglo XIV, llevaron en numerosas ocasiones al enfrentamiento entre señores y campesinos en el XV, como ocurrió con la revuelta Irmandiña en Galicia entre 1467 y 1480 y las luchas banderizas en las Vascongadas. A partir del momento en que las consecuencias de las guerras y de las epidemias comenzaron a sentirse con especial intensidad, los señores presionaron con más impuestos a la población rural de la que extraían sus rentas, provocando un aumento de la conflictividad.

Juan II (1406 - 1454) trata de desposeer a la nobleza de su poder político y de esa forma fortalecer la institución monárquica. Ello llevó a graves conflictos entre una y otra, ya que la nobleza no quería disminuir ni su poder político, ni sus dominios señoriales. En este contexto se deben explicar los enfrentamientos entre los infantes de Aragón (hijos de Fernando de Antequera) y Don Álvaro de Luna, así como las batallas de Olmedo entre la realeza y los nobles con Juan II (1445).

Permanecerá el conflicto con la nobleza, revisten la apariencia de luchas sucesorias. De este modo, en la Farsa de Ávila (1465), el rey Enrique IV (1454 - 1474) es depuesto simbólicamente por la alta nobleza. Por otra parte, los conflictos sucesorios entre la hija de Enrique IV, Juana, (apodada “La Beltraneja” por la supuesta paternidad de Don Beltrán de la Cueva, favorito del rey) y su hermanastra Isabel I, que tras casarse con el príncipe aragonés Fernando en 1469, se proclama reina de Castilla, finalizan con la victoria de esta última en la guerra civil (1475-79).

ARAGÓN


Plena Edad Media

El proceso hacia la unidad de los Condados catalanes y de Aragón culminó en 1137, condujo a que los dos reinos quedaran unificados bajo una misma corona. Petronila, hija de dos años de edad de Ramiro II “el Monje”, hermano de Alfonso I, y Ramón Berenguer IV “el Santo” (1137-64), Conde de Barcelona, consolidaron la formación de la corona catalano – aragonesa con su boda. (es el momento de la estelada de barras rojas sobre fondo dorado de la heráldica común, aunque parece ser propia de época de Ramón Berenguer II).

Aún así, ambos reinos mantenían sus propias leyes, instituciones, lengua y costumbres.

Tras la expansión de Alfonso II “el Casto” (1164-1196) con la toma de Teruel en 1170, se producirá el intento de consolidación de Occitania, que finalizó con la derrota de Pedro II “el Católico” (1196-1213) en la batalla de Muret ante los franceses de Simon de Monfort en 1213 (al intentar sofocar la heregía de los cátaros).

Eso hace que comience la expansión Mediterránea, favorecida por los intereses de la burguesía catalana que, con ayuda de los mercenarios “almogávares” de Roger de Flor buscaba nuevos mercados para sus productos.El proceso repoblador de las zonas conquistadas y sus fronteras continuó gracias a pero sobre todo con Jaime I “el Conquistador”(1213 – 1276). Con Jaime I, Mallorca (1229), Ibiza (1235) Valencia (1238) y Denia (1245), entran en la órbita catalano – aragonesa al llevarse a cabo su conquista.

Es en este momento cuando comienza la expansión comercial por el Mediterráneo, después del Tratado de Almizra (12444) que consolida Murcia como castellana y cerrándose el paso hacia el Sur. Con Pedro III “el Grande” que ocupa Sicilia (1282), Alfonso III “el Liberal” que conquista Menorca (1286) y Jaime II “el Justo” que consigue Córcega y Cerdeña (1326).

Alfonso IV “el Benigno” (1327-1336) tuvo que luchar, primero interiormente contra la nobleza aragonesa en Epila y con la valenciana en Mislata, y exteriormente con Castilla en la guerra de los dos Pedros.

Baja Edad Media

Con Pedro IV “el Ceremonioso” (1336-1387) se llega a controlar con ayuda de los almogávares de Roger de Flor y las Compañías Catalanas en el Mediterráneo oriental los ducados de Atenas ocupado en el 1311 y Neopatria, este último situado al norte del anterior y del 1318 que se convertirán en vasallos.

A su vez, sufrió a nivel interior, los efectos más devastadores de la Peste Negra en 1348.

Tras Juan I “el Cazador”(1387-1396) y la muerte de su sucesor sin descendencia, Martín I “el Humano” (1397-1410), el Compromiso de Caspe significó el fin de la Casa de Barcelona y LA ENTRONIZACIÓN DE LA DINASTÍA CASTELLANA DE LOS TRASTAMARA, con la llegada de Fernando de Antequera en 1412. Hubo dos años de interregno ocupados por hasta seis pretendientes, de los cuales destacó Don Fadrique de Luna.

Esto fue un hecho decisivo, ya que hasta entonces los conflictos con Castilla y los problemas económicos, habían mermado su capacidad de expansión, como sucedió con la gran epidemia de Peste Negra entre 1347 y 1354, que trajo una serie de secuelas, como el descenso demográfico y la crisis económica, que afectaron al reino de Aragón mucho más gravemente que al resto de los reinos peninsulares.

Aragón continuó con la política de expansión por el Mediterráneo con Fernando I “de Antequera” (1412 – 1416), anteriormente regente de sus sobrino Juan II de Castilla, tuvo que hacer frente a la rebelión interior del Conde Urgell, por el que acabaría aceptando el carácter federal y pactista de la anterior monarquía catalano-aragonesa, e intervino activamente en continuar la política mediterránea consolidando sus posiciones de Cerdeña y Sicilia, ya que suponían las bases para la posterior expansión desarrollada con su hijo Alfonso V “el Magnánimo” (1416 – 1458) que conquistará Nápoles y Benevento en 1442 y envíará nuevas expediciones al Mediterráneo Orientalriental.

Los problemas internos de Cataluña (conflicto urbano entre la Busca- buscaires, apoyados por Juan II que eran pequeños burgueses de comerciantes y artesanos y la Biga- bigaires era el patriciado urbano u oligarquía tradicional de altos burgueses y banqueros; y conflicto rural entre los “payeses de Remensa”, apoyados por el monarca, que trabajaban la tierra, y la nobleza, que reactivó en época de crisis los “malos usos”) y la Revuelta de los Forans en Baleares, detuvieron este proceso en tiempos de su hermano Juan II “el Grande” (1458 – 1479), que tuvo que hacer frente a esta guerra civil catalana (1462-72) con la Paz de Pedralbes. Aún así, la recuperación y la paz no se produciría hasta el reinado de Fernando II “el Católico” (1479 – 1516) con la Sentencia Arbitral de Guadalupe en 1486.

CARACTERÍSTICAS SOCIO-ECONÓMICAS DE ARAGÓN

La corona de Aragón es, junto con Portugal, el segundo reino peninsular en cuanto a su extensión y población. La Historia política de la monarquía aragonesa durante los siglos XIV y XV se resume en una serie de acontecimientos como son la expansión Mediterránea bajo Jaime II (1291 – 1327), llevada a cabo por los Almogávares que fundaron en Grecia los ducados de Atenas en 1311 y Neopatria en 1318. Durante ese mismo reinado se lleva a cabo la creación de la Orden militar de Montesa en 1317 y tiene lugar la revuelta de Cerdeña en 1326. El tratado de Catalbellota en 1302, entroniza la dinastía de Aragón en Sicilia, lo que conlleva al auge del comercio de telas y de productos tintóreos (como el alumbre), alimenticios y especias hasta mediados del siglo XIV.

Pedro IV “el Ceremonioso” abole el Privilegio General de Unión en 1348 (vigente desde 1283), pero en los reinados siguientes se producen una serie de cambios y crisis en la vida política. Así sucede con el período de interregno que tiene lugar tras la muerte sin descendencia de Martín I el Humano, que no finaliza hasta la Concordia de Alcañiz (1411) y el Compromiso de Caspe (1412). Bajo Fernando de Antequera (1410 – 1416), nieto de Enrique II de Castilla, se produce la entronización de la dinastía castellana de los Trastámaras en la corona de Aragón. Estos continuaron con la expansión Mediterránea, con la conquista de Nápoles en 1442 y de Benevento en 1458. El período de las guerras y de los conflictos internos, que alcanzan su punto álgido entre 1450 y 1486, no finaliza hasta la unión dinástica con la corona castellana durante el reinado de Fernando II el Católico.


Los conflictos sociales estuvieron condicionados por la epidemia de Peste Negra de 1348 y la crisis demográfica subsiguiente, lo que provoca un acusado estancamiento de la población pasándose de unos 850.000 habitantes en 1300 a unos 865.000 en 1500. La crisis comercial y la decadencia económica bajomedieval se inicia durante el reinado de Alfonso IV (1327 – 1336), aunque se agrava a partir del desencadenamiento de la epidemia de peste.
Habrán conflictos puntuales ante la población mudéjar, donde serán importantes las labores de conversión como la de San Vicente Ferrer en Valencia.
La guerra entre los dos Pedros entre 1356 y 1369, enfrentó a Pedro IV el Ceremonioso de Cataluña, contra Pedro I el Cruel de Castilla, apoyado este último por la nobleza de Aragón y de Valencia. Sus consecuencias provocaron que durante el reinado de Juan I (1387 - 1396), la decadencia de la corona de Aragón se intensificase, produciéndose sublevaciones en el Rosellón y en Cataluña, que son sofocadas en poco tiempo.
La monarquía aragonesa estaba sometida a las instituciones de los reinos que abarcaba su corona: Aragón, Cataluña y Valencia. Estas se reunían en las cortes, por lo que nos encontramos ante una monarquía pactista. Ello provocó que el proceso de centralización monárquica fuese menor que en el vecino reino castellano y que existiesen instituciones garantes de la independencia de las instituciones como el Justicia Mayor, desde mediados del siglo XIV, y la Generalidad catalana, desde 1359.
Durante el XV, la decadencia comercial y económica se acentúa, lo que provoca la aparición de numerosos conflictos sociales como la crisis agraria en Mallorca que condujo a la insurrección Foránea (1450–1454). En esta, los campesinos mallorquines (Forans) se levantaron contra la oligarquía de la ciudad de Mallorca, siendo apoyados por la corona en sus reivindicaciones.
Las luchas urbanas entre partidos dentro de las ciudades fueron especialmente virulentas en Barcelona, como en el conflicto que enfrentó a la Busca (de carácter popular) contra la Biga (defensora de los derechos de la oligarquía) entre 1452 y 1462. En este enfrentamiento, los primeros defendían el proteccionismo aduanero, la democratización del gobierno municipal y la devaluación monetaria como medidas para hacer frente a la crisis, contando para ello con el apoyo de la monarquía. Sin embargo, finalmente, tras varios años de luchas, se impuso la Biga.
La guerra civil catalana (1460 – 1472) provocada por el enfrentamiento de Juan II de Aragón contra el príncipe de Viana. A la vez que tenía lugar este conflicto, el monarca tenía que estar luchando además en Cataluña contra insurrecciones de la nobleza, del clero, de los miembros de la Biga e incluso de parte del sector popular. En todos los conflictos, Juan II obtuvo la victoria.
Los conflictos agrarios en Cataluña por los “Malos Usos”, tuvieron como consecuencia la revuelta de los Payeses de Remensa (1462–1474), provocada por el endurecimiento por parte de la nobleza terrateniente, de las condiciones en las que vivían los campesinos de remensa. La Capitulación de Villafranca (1472) aplaca las rebeliones de burgueses, mientras que la de los payeses de remensa se consiguió mediante la Sentencia Arbitral de Guadalupe en 1486. Los movimientos antijudíos tuvieron menos importancia que en Castilla.
La cultura catalano - aragonesa destacó en literatura y arte. En la primera aparecieron, durante el siglo XIV, escritores y obras como el Ars Magna” de Raimon Llul; Francesc de Eiximenis (1340 – 1409) con « Lo Chrestiá »; Bernat Metgé, que escribe « Lo Somni»,  y Sant Vicent Ferrer (1350 – 1419), con sus « Sermones » y « Tratado de vida espiritual », etc. Es también la etapa en la que se realizan las primeras traducciones de autores clásicos griegos. Durante el siglo XV destacan las poesías de Ausias March (1397 – 1459), así como Joanot Martorell (1413 – 1468), con su novela de caballería “Tirant lo Blanc” en 1460.
En historiografía fue muy importante la reorganización de la cancillería por Pedro el Ceremonioso, y la corte de Alfonso V, donde Lorenzo Valla escribió una historia sobre Fernando de Antequera.
En el arte sobresale la arquitectura con el ábside mudéjar de la Seo de Zaragoza y las torres mudéjares de Teruel. El florecimiento del arte Gótico se alcanza con las catedrales de Gerona, Huesca, Tortosa, Manresa, Palma de Mallorca (1298 – 1329) y Barcelona, donde también se construye el Consell del Cent. La Lonja es el edificio más destacado de este siglo en Valencia. El apogeo artístico de Cataluña durante el siglo XIV se ejemplifica en escultura con los retablos de Jaume Cascalls, y en pintura con autores como Ferrer Bassa (Las Clarisas en Pedralbes), Lluis Dalmau (Retablo de la Virgen de los Consellers), Bartolomé Bermejo (Pietat de la Seu), J. Huguet, P. Dalmau y Serra. En la cartografía destaca la importante aportación de los Portulanos mallorquines de Jehuda, Dafudja y Abraham Cresques.

NAVARRA

Plena Edad Media.
Sin embargo, tras la desaparición de Sancho III (1035), Navarra queda estrangulada tras la toma de Calahorra (1048) en su expansión hacia el sur.
A la muerte de García Sánchez III, se produjo la división del reino entre sus sucesores Sancho IV “el de Peñalen” (1054-76) y Sancho Ramírez (hijo de Ramiro I de Aragón) de cierta debilidad lo que facilitó la presión de los reinos cristianos peninsulares y la dependencia con éste último del reino aragonés que continuará con Pedro I, y posteriormente Alfonso I “el Batallador” hasta la llegada de García Ramírez “el Restaurador” que con la muerte de Alfonso I “el Batallador” (1134) logra independizarse. Éste, fue elegido por los magnates y obispos navarros como rey al no acatar las disposiciones testamentarias del “batallador” . García Ramírez era hijo del infante Ramiro Sánchez, señor de Monzón y de Logroño, y de Cristina Rodríguez, hija de Rodrigo Díaz de Vivar «el Cid».
Le seguirán Sancho VI “el Sabio” y Sancho VII “el Fuerte” (que participó en la batalla de las Navas de Tolosa. Su hermana Berenguela de Navarra casaría con Ricardo “corazón de León”), que acabaron vinculándose con dinastías francesas como la Casa de Champaña a partir de 1234. (Ante la posibilidad de que Jaime I “el conquistador” de Aragón heredase el trono, la hermana de Sancho VII, Blanca llama a su hijo Teobaldo, de su matrimonio con Teobaldo III de Champaña y que será Teobaldo I “el Trovador”) De esta forma SE PONDRÍA SIN A LA DINASTÍA JIMENA y entraría dentro de la órbita francesa.
Tras Teoblado II de Champaña y Brie llegará al trono su hermano Enrique I de Navarra “el Gordo” que casará con Blanca de Artois y tendrá a la futura reina, Juana I que a su vez será reina consorte de Francia con Felipe IV “el Hermoso” de la dinastía Capeta. Ésta, sería la última reina de la Casa de Champaña.
Baja Edad Media.
Su hijo será Luis I de Navarra “el Obstinado” y X de Francia y posteriormente su hija Juana II (1328-49). En Francia, por dudas sobre su nacimiento “escándalo de Nesle de Margarita de Borgoña”, heredará el trono su tío Felipe V, conde de Poitiers. Tras él, otro hermano, el tercero, Carlos I de Navarra y IV de Francia sube al poder de ambas coronas hasta que Juana II case con su primo hermano Felipe de Évreux y tengan a Carlos II “el Malo”. Su hijo, Carlos III “el Noble” casará con Leonor de Trastámara (hija de Enrique II de Castilla y hermana de Juan I).
El reino de Navarra quedó anexionado a Aragón en 1425, ya que su hija Blanca I de Navarra, muerta diez años antes, se había casado con Juan II “sin Fe” de Aragón, que usurpó el trono como Rey “jure uxoris” (por matrimonio). Tras su fallecimiento, se casó en segundas nupcias con Juana Enríquez del que nacería el futuro Fernando II “el Católico”. Con la muerte de Blanca deja en el trono en 1455 a su hija Leonor I de Navarra, condesa de Foix al desheredar a su hermana Blanca y su hermano Carlos de Viana lo provocó una guera civil entre agramonteses o “nobles del llano” o agricultores, que apoyaban a Juan, y beaumonteses o “nobles de la montaña” o ganaderos a favor de su hijo Carlos, que a su vez estaba apoyado por el patriciado urbano catalán, la Biga. Tras su polémico apresamiento en el Castillo de Morella y su posterior muerte en 1461 (posible envenenamiento de su marastra Juana Enríquez que temía que casase con lsabel, hermanastra de Enrique IV de Castilla), comenzará la guerra civil catalana.
La anexión definitiva a Aragón (y Castilla) se produjo en 1512 por parte de los Reyes Católicos, tras la invasión por sus tropas.
 
Otro reino independiente de menor entidad que los anteriores fue la monarquía Navarra, que durante los siglos XIII y XIV quedó supeditada al dominio francés de la dinastía de Champaña desde 1234 hasta 1328. Las dificultades para mantener la independencia entre España y Francia se hicieron aún más evidentes durante la dinastía de Evreux (1328 – 1425), pues Felipe de Evreux gobierna Navarra mediante funcionarios franceses. Para contrarrestar esta situación, se intentó a continuación seguir una política de aislamiento como la que emprendió Carlos III el Noble (1387 – 1425), que realiza el Privilegio de Unión entre burgos, pueblo y navarrería, pero se ve implicado en los complejos problemas que surgen entre los reinos españoles y Francia.
La guerra civil de Juan II contra su hijo el Príncipe de Viana, finaliza con la batalla de Albar (1451) que termina con la subida al trono de Juan, quien hereda también la corona de Aragón hasta 1478. La entronización de la casa francesa de Foix (1479), provoca la desintegración paulatina y, a largo plazo, la incorporación de Navarra a la corona de Castilla tras la anexión y ocupación por parte de las tropas de Fernando el Católico dirigidas por el Duque de Alba (1512). Tras una breve insurrección, en 1515 Navarra es definitivamente incorporada a la corona de Castilla.
Las pequeñas dimensiones del reino y su escasez de recursos fueron debilitando a la monarquía, que también hubo de hacer frente a las sublevaciones nobiliarias y a la presión de las villas a través de las cortes. Tres instituciones formaron el cuerpo del organigrama estatal navarro: la Cortes, el Consejo Real, y los tribunales o Corts, regulados en las Ordenanzas de 1413.
La crisis demográfica y social del siglo XIV tuvo especial repercusión en Navarra, enfrentándose los Infanzones, pertenecientes a la nobleza, contra Ruanos, de origen franco, que configuraban la clase media. Los conflictos continuaron durante el siglo XV tras la muerte de Blanca de Navarra (1425 – 1441) entre los Agramonteses (agricultores, campesinos, pecheros y villanos) partidarios de Juan II, príncipe de Peralta, y los Beaumonteses (ganaderos) de Juan de Beaumont, partidarios de su hijo Carlos, príncipe de Viana, y también partidarios de la unión con Francia. Otro conflicto social fue el de la persecución de judíos en Tafalla, pero tampoco revistió la misma importancia que en otros reinos peninsulares. Todos estos problemas provocaron el estancamiento demográfico, de esta forma, los 100.000 habitantes en 1300, seguían siendo aproximadamente la misma cantidad dos siglos después. La cultura no tuvo una gran importancia, solo destacan El Príncipe Carlos de Viana y su “Crónica de los Reyes de Navarra”, y en cuanto al arte, el Castillo románico de Loarre, actualmente en la provincia de Huesca.


PORTUGAL
 
Plena Edad Media.
 
Alfonso I Enríquez o Henriques (1114 - 1185) hijo de éste y de Teresa de León (hia de Alfonso VI), consigue la separación entre Portugal y Castilla en 1128 pero sería reconocido oficialmente por Alfonso VII y el papa Inocencio III en 1143 a cambio de vasallaje.
En ese momento, desarrollará una política semejante a la de los reyes castellanos, fruto de ella es la victoria en Ourique (1138), así como la conquista de Lisboa (1139 - 47) y la toma de Setúbal (1147).
La Iglesia portuguesa jugó un papel importante tanto en el proceso de independencia, como en la expansión hacia el sur, mientras que el rey Sancho I “el Poblador” realizó una importante labor repobladora y fortificó la frontera. Alfonso II “el Gordo” participará en la batallas de las Navas de Tolosa y, finalmente sus hijos como Sancho II “el Piadoso” y Alfonso III “el Boloñés o el Reformador” que terminó la conquista con la incorporación del Algarve en 1250, concediendo fueros a las ciudades que se habían incorporado al reino portugués y donde también fue importante la Orden de Avis.

Baja Edad Media.
El reino de Portugal alcanza su esplendor a partir de Dionisio “el Labrador” (1278 – 1325). Le sucederán Alfonso IV “el Bravo”(1325-57) (su madre era Beatriz de Castilla y su abuelo Sancho IV), Pedro I (1357-67) y Fernando I “el Incosciente” (1367-83) por las llamadas desde 1369 “Guerras Fernandinas” contra Castilla por su legitimidad al trono de Pedro I ante Enrique de Trastámara. Reedificó las murallas de Oporto y Lisboa.
La consolidación de la independencia del reino llegaría tras la guerra civil tras la muerte de Fernando. Su esposa Leonor se hace con la regencia, pero Juan I, casado anteriormente con su hija Beatriz y ahora con Leonor de Aragón (del que nacerá Juan II), reclama el trono portugués.
Con Juan I de Avis “el Defensor del Pueblo” y “el de la Buena Memoria” (1383 – 1433), Gran Maestre de la Orden de Avis y hermanastro de Fernando, y su victoria en Aljubarrota (1383) frente a los castellanos de Juan I, PUSO FIN A LA CASA DE BORGOÑA.
Con Duarte I (1433-38) su hijo con Felipa de Lancaster (hermana de Enrique IV de Inglaterra), llegará la figura de su hermano, el infante Enrique “el Navegante”, cuando el reino de Portugal desarrollaría una clara vocación Atlántica, ya que terminada la conquista en el territorio peninsular, la nobleza portuguesa continuó la expansión hacia el norte de África (Ceuta en 1415) donde chocó con los intereses castellanos. Fue Conde de Visau y se instaló en Sagres, siendo centro de atarazanas para la construcción de barcos.
El sucesor de Duarte, Alfonso V “el Africano” (1438-81) firmará con el reino de Castilla el tratado Alcaçobas – Toledo (1479), estableciendo claramente las zonas de influencia entre uno y otro reino en el Cabo Bojador (al sur para Portugal, y al norte para los castellanos – Canarias- a excepción de Madeira y Azores). Éste, contraerá matrimonio con Juana “la Beltraneja” participando en la guerra civil castellana (1475-79).
Los portugueses continuaron expandiéndose por las islas del océano Atlántico y por la costa africana con Juan II “el Príncipe Tirano” (1481-95) y Manuel I “el Afortunado” (1495-1521), lo que les permitió llegar a la India a finales del siglo XV con Vasco de Gama en 1498 y Bartolomé Dias.
Las riquezas de su expansión fueron controladas por la monarquía, pero los verdaderos beneficiarios fueron los comerciantes extranjeros.
Casaría primero con Isabel, y después con María de Aragón, hijas de los reyes católicos. Con ésta última tendría al futuro Juan III.
 
Portugal fue uno de los tres grandes reinos peninsulares y con Enrique el Navegante y la fundación de la Escuela Marítima de Sagres (1415), se contribuyó decisivamente a la expansión marítima portuguesa. Durante el reinado de Alfonso "el Africano" se llevó a cabo la exploración de las costas de África, pero el apogeo expansionista se alcanzó a finales del siglo XV durante la época de Juan II (1481 – 1495) y, sobre todo, durante el reinado de Manuel el Afortunado (1495 – 1521), con navegantes como Bartolomé Dias, Cabral, Vasco de Gama, Fernando de Magallanes, etc. Es en este momento cuando se realiza la circunnavegación de África (1487), la llegada a la India (1498) y el descubrimiento de Brasil en 1500.
Los reyes portugueses trataron de controlar a la nobleza apoyándose en la burguesía comercial, dirigiendo sus ansias de poder hacia el norte de África. El proceso de centralización fue lento, pero los reyes se apoyaron en una nobleza segundona y en consejeros-juristas para afianzar su poder y consolidar la monarquía.
La sociedad portuguesa de este período destaca por la consolidación de los privilegios de la alta nobleza y de la clerecía con Dionis (1278 – 1325). Por el contrario, el reinado de Pedro I (1356 – 1367), se caracteriza por la protección que el rey presta a los comerciantes. La Peste Negra de 1348 provoca una crisis social y el descenso demográfico durante el siglo XIV, pero a pesar de ello, la población crece durante el XV, desde los 900.000 habitantes en 1300, hasta 1.000.000 en 1500, cobrando cierta importancia la emigración del campesinado a las ciudades y a ultramar. A partir del siglo XV, se consigue una recuperación económica y comercial gracias a la exploración y apertura de las vías marítimas hacia la India, controlando el comercio de las especias. Sin embargo, esta época de crecimiento no evitó los enfrentamientos entre la monarquía y la nobleza latifundista durante el reinado de Alfonso V (1438 – 1481)
La cultura se desarrolló principalmente en dos aspectos, la literatura, en la que sobresale el Livro da Montaria” de Juan I, así como el “Livro do Bom Cavalgar” de Duarte; mientras que en arte, el monumento más importante es el monasterio de Batalha, perteneciente al estilo Gótico Flamígero y Manuelino.

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