viernes, 8 de septiembre de 2017
Los Reyes Católicos
¿Cómo llega la dinastía Trastámara
al poder?
Corona de Castilla
Se inició por la disputa sucesoria entre Pedro I “el Cruel” (1350 – 1369) de la casa de Borgoña, y Enrique de
Trastámara (después como rey - Enrique II- entre 1369-79 conocido como el “de las Mercedes”), hermano bastardo del monarca que
lo asesina en Montiel y acaba venciéndolo en la guerra civil castellana
(1366-1369).
Corona
de Aragón
Sucederá con la
muerte sin descendencia de Martín I el Humano, con la Concordia de Alcañiz
(1411) y el Compromiso de Caspe (1412)
que acaban dando el poder Fernando “de Antequera” (1410 – 1416),
nieto de Enrique II de Castilla, se produce la entronización de la dinastía
castellana de los Trastámara en la corona de Aragón.
LOS REYES CATÓLICOS.
En 1475 tiene lugar la Concordia de
Segovia entre Isabel I de
Castilla y Fernando II de Aragón, (casados en 1469 provocando la unión dinástica de los trastámara) en la
que ambos acuerdan el famoso lema “Tanto
monta, monta tanto...”que aparece en su escudo.
Ésta, tuvo lugar dentro de una nueva guerra civil castellana (1474-79), que finaliza con las victorias de Isabel (hermana de Enrique IV) y su "sobrina" Juana “la Beltraneja” - posible hija de Beltrán de la Cueva, secretario de Enrique IV- (casada con Alfonso V de Portugal) en las batallas de Toro (1476) y la Albuera, y concluye con el Tratado de Alcaçovas – Toledo (1479).
En ese mismo año, sube al trono también el
infante Fernando, sucediendo a su padre Juan II, produciéndose la unión territorial (1479), pero no política, ya que ambos reinos conservarán sus propias:
· coronas (centralismo
castellano frente a pactismo o federalismo aragonés),
· fronteras,
· moneda y sistema
fiscal,
· lengua y costumbres,
· cortes e instituciones
municipales de gobierno, y cómo no,
· su
política exterior, ya que mientras Castilla se orientó hacia el Oeste por el
Atlántico (colonización de Canarias y descubrimiento
de América), Aragón lo hizo hacia el Este por el Mediterráneo (N. de África – Melilla,
Orán, Trípoli o Bugía- además de Nápoles “dos Sicilias”).
Tras su llegada al poder en 1479, posteriormente vendría la Conquista de
Granada en 1492 y la anexión de Navarra
por parte de las tropas de Fernando el Católico dirigidas por el Duque de Alba (1512). Tras una breve insurrección,
en 1515 Navarra es definitivamente
incorporada a la corona de Castilla, dando por finalizada la unión territorial.
*Del territorio peninsular, tan sólo
permanecerá fuera del dominio de los Reyes Católicos, el reino de Portugal
(Manuel I “el Afortunado”) pero con el que comenzará su política matrimonial a
través de lazos diplomáticos con
sus hijas Isabel y María.
Del mismo modo lo hará con el imperio
austríaco con Juana (Felipe “el
Hermoso”) y con Inglaterra (Enrique VIII) a través de Catalina.
Los reyes de Castilla y Aragón, tras el
descubrimiento de América, recibirían del
papa Alejandro VI (Rodrigo Borja, “Borgia” en italiano; sucedió a su tío
Alfonso Borja, obispo de Valencia y papa Calixto III), el apodo de “católicos”
a través de la bula “Inter Caetera” por la que se justificará su
presencia y posesión de aquellos territorios con el objetivo divino de la
evangelización del Nuevo Mundo.
Además de conseguir fama internacional por
la culminación de la Reconquista con la conquista de Granada (1492),
comenzarían la unión religiosa con la
creación del Tribunal de la Santa Inquisición o “Santo Oficio” (1478) siguiendo
con los “progroms” antijudios castellanos hasta su edicto de expulsión en 1492.
Dicho tribunal, tendría como primer inquisidor
general al confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada, y
posteriormente a personajes tan importantes como el Cardenal Cisneros.
No sólo perseguía a falsos conversos entre
moriscos o marranos y judeoconversos, sino también a herejes, brujas, adúlteros
o bígamos.
El procedimiento utilizado eran los juicios
o “autos de fe” en las plazas
de los pueblos donde, según los delitos, se les ponía su “sambenito” (palabra procedente de de “saco santo” o San
Benito) consistente en coroza o caperuza para la cabeza y escapulario para el
cuerpo, con dibujos de llamas simulando el infierno, y en ocasiones portando un
cirio en la mano.
El avance hacia la
monarquía autoritaria fue difícil pero se dieron pasos importantes
para el reforzamiento del poder real ante todos los grupos sociales
como:
-
la nobleza. En primer lugar la Conquista
de Granada fue vital para tenerlos ocupados y así evitar intrigas o
rebeliones. Crean el Consejo Real, con la contratación de
juristas especializados en su lugar.
También sería crucial la
creación de la figura del Virrey (América y Nápoles) “Alter Ego”
o persona de confianza de los monarcas, para sí facilitar su control.
Por último, será
fundamental la formación de un ejército profesional y permanente
del que sobresalgan los “Tercios”, infantería castellana de gran fama
internacional.
-
el clero a través del denominado “Patronato
Regio”, que daba facultad a los Reyes Católicos del nombramiento de la
alta jerarquía eclesiástica (obispos, arzobispos o cardenales) evitando así el
nepotismo y los abusos de poder.
Otro de los instrumentos
utilizados sería el autonombramiento de Fernando como Gran Maestre
de todas las Órdenes Militares (Santiago, Alcántara y Calatrava de Castilla, y
Montesa de Aragón) para así controlar sus latifundios o enormes posesiones de
tierras o los grandes rebaños de ovejas obtenidas de la reconquista.
-
la “escasa” Burguesía, con la creación de la Contaduría
Mayor de Hacienda, para regularizar y hacer más eficaz el sistema
fiscal y poner fin al patriciado urbano, además del ejercicio de una política
de centralización a través de la Burocracia, grupos de funcionarios
compuestos por corregidores y regidores en ciudades y pueblos
respectivamente.
En la corona de Aragón
aparecerá la “insaculación”, es
decir, la elección “por azar” de cargos municipales, es decir, elegidos de
entre las personas más cercanas a Fernando.
-
al campesinado, con la creación de la
Santa Hermandad (1476), que servirá para la consolidación del orden
público y como forma de evitar nuevos conflictos sociales.
Evolución política
AL-ANDALUS
Presencia musulmana en la Península Ibérica desde el 711 hasta 1492.
- CRISIS POLÍTICA VISIGODA por una lucha nobiliaria y fratricida entre Don Rodrigo (noble de prestigio) defensor de una monarquía electiva, y Agila, hijo de Witiza, último rey visigodo, que quería que continuase la monarquía con carácter hereditario.
- la expansión musulmana de los omeyas en el s.VII.
Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la YIHAD o "guerra santa", llevaron a cabo una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.
- la leyenda de Don Julian, gobernador de Ceuta y padre de Florinda. Ésta joven fue ultrajada y engañada por Don Rodrigo durante su época de caballero en Toledo, capital visigoda. Como venganza, Don Julian abre las puertas a los musulmanes como mercenarios para combatir junto a Agila.
Al-Andalus tiene como precedente al reino visigodo y como consecuencia la llegada de la dinastía castellana trastamara de los Reyes Católicos.
CAUSAS DE LA CONQUISTA MUSULMANA
- la expansión musulmana de los omeyas en el s.VII.
Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la YIHAD o "guerra santa", llevaron a cabo una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.
- el apoyo financiero judío a los musulmanes, según las Crónicas mozárabes de Alfonso III de Asturias.
- derrota de Don Rodrigo frente a Tariq, lugarteniente de Muza (gobernador la provincia de Ifriquiya, en el Norte de África) y los 10.000 sirios de Balg en la BATALLA DE GUADALETE en el 711, Rodrigo, que perdió la vida en el combate.
- la indiferencia de la población hispanovisigoda y
- el sistema de CAPITULACIONES. Contrato por el cual la nobleza y el clero cristiano podrían mantener sus tierras y sus costumbres a cambio de un impuesto territorial o JARAICH y otro personal o CHIZIA.
Diversos magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores, como fue el caso de Teodomiro, convertido en Tudmir,en la región murciana.
La violencia fue más la excepción que la regla. Esto nos explica la rapidez de la conquista.
- el sistema de CAPITULACIONES. Contrato por el cual la nobleza y el clero cristiano podrían mantener sus tierras y sus costumbres a cambio de un impuesto territorial o JARAICH y otro personal o CHIZIA.
Diversos magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores, como fue el caso de Teodomiro, convertido en Tudmir,en la región murciana.
La violencia fue más la excepción que la regla. Esto nos explica la rapidez de la conquista.
El Emirato dependiente de Damasco (711- 756)
Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en un nuevo territorio controlado por el imperio musulmán, denominado Al-Andalus ("tierra de Vándalos").
Al principio (711-718), al frente de este territorio (Waliato o Valiato), se colocó a un Valí o gobernador que actuaba como delegado del emir de Ifriquiya (N. de África) con capital en Kairuan, y del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
En apenas seis años, los musulmanes (árabes y bereberes) lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia.
Al ver la magnitud del territorio el califa omeya convertirá a Al-Andalus en una provincia mayor, es decir, en un emirato ya independiente del N. de África.
Consolidaron la zona estableciendo en Mérida, Toledo (antigua capital visigoda) y Zaragoza, las tres MARCAS fronterizas y defensivas para controlar mejor el territorio y fijaron como capital a Córdoba.
En al zona occidental u oeste, sólo las regiones montañosas de las zonas cantábrica escaparon a su control. Don Pelayo, un noble hispanovisigodo los vencerá en la batalla de Covadonga (722) dando origen a los pueblos cristianos, con el Reino de Asturias.
Al principio (711-718), al frente de este territorio (Waliato o Valiato), se colocó a un Valí o gobernador que actuaba como delegado del emir de Ifriquiya (N. de África) con capital en Kairuan, y del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
En apenas seis años, los musulmanes (árabes y bereberes) lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia.
Al ver la magnitud del territorio el califa omeya convertirá a Al-Andalus en una provincia mayor, es decir, en un emirato ya independiente del N. de África.
Consolidaron la zona estableciendo en Mérida, Toledo (antigua capital visigoda) y Zaragoza, las tres MARCAS fronterizas y defensivas para controlar mejor el territorio y fijaron como capital a Córdoba.
En al zona occidental u oeste, sólo las regiones montañosas de las zonas cantábrica escaparon a su control. Don Pelayo, un noble hispanovisigodo los vencerá en la batalla de Covadonga (722) dando origen a los pueblos cristianos, con el Reino de Asturias.
Aún así, animados el éxito de la conquista, por la zona oriental o este, cruzarán los Pirineos y entrarán en el reino franco, donde serán frenados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732) que supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa al ser controlados al sur de los Pirineos por la Marca Hispánica creada por Carlomagno.
Los árabes, ocupaban los puestos dirigentes y las mejores tierras (valles del Ebro y del Guadalquivir).
Tenían fuertes estructuras tribales (qaraysíes, yemeníes, kalbíes) por lo que mantuvieron largo tiempo fuertes enemistades.
Los bereberes ( truibus del norte de África islamizados) engrosaron las filas del ejército musulmán, se asentaron en las peores tierras (zonas despobladas de la Meseta) y quedaron fuera de los órganos de poder como "ciudadanos de segunda clase" lo que los hacia reacios a someterse a la autoridad central árabe.
Resultado de todo ello fue un oscuro período de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes árabes, y entre árabes y beréberes, que durará toda el período andalusí.
Los árabes, ocupaban los puestos dirigentes y las mejores tierras (valles del Ebro y del Guadalquivir).
Tenían fuertes estructuras tribales (qaraysíes, yemeníes, kalbíes) por lo que mantuvieron largo tiempo fuertes enemistades.
Los bereberes ( truibus del norte de África islamizados) engrosaron las filas del ejército musulmán, se asentaron en las peores tierras (zonas despobladas de la Meseta) y quedaron fuera de los órganos de poder como "ciudadanos de segunda clase" lo que los hacia reacios a someterse a la autoridad central árabe.
Resultado de todo ello fue un oscuro período de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes árabes, y entre árabes y beréberes, que durará toda el período andalusí.
El Emirato independiente de Bagdad (756-929)
A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato.
Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad.
Al-Andalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual o religioso del mundo musulmán.
Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad.
Al-Andalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual o religioso del mundo musulmán.
Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Andalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos cristianos del norte.
El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Andalus.
El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Andalus.
Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder político y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo califa envió a sus gobernadores.
El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.
Almanzor y la crisis del Califato de Córdoba
En las últimas décadas del siglo X, Almanzor se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.
Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del Califato en el 1031.
Los reinos de Taifas (1031-1238)
La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.
De forma paulatinas las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.
En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.
Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.
Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.
En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.
Los imperios norteafricanos
La debilidad del Al-Andalus fragmentado en los reinos de Taifas permitió a los reinos cristianos del norte tomar la iniciativa militar en la península. Esta superioridad cristiana se vio dos veces interrumpida por la irrupción en Al-Andalus de dos invasiones norteafricanas que consiguieron de forma efímera recuperar la unidad de la España musulmana.
La pérdida de Toledo en el año 1085 fue un duro golpe para los musulmanes de Al Andalus. La reacción fue llamar en su ayuda al poder que se se había hecho fuerte al otro lado del estrecho de Gibraltar: el imperio almorávide.
En el año 1086 llegaron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África.
Caracterizados por el rigor religioso, los almorávides acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas (1086) y de Uclés (1108).
El poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de Al-Andalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.
Más tarde llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes.
Los almohades no solo unificaron nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla.
Sin embargo, el intento almohade de reunificación de Al-Andalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212). El hundimiento del imperio almohade llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no puedieron resistir el avance cristiano que resultó prácticamente incontenible.
La España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada.
El reino de Granada se caracterizó por la pervivencia de la dinastía Nazarí, así como por la división interna y las luchas por el poder entre los Abencerrajes y los Banu Sarray.
La supervivencia del reino granadino fue lo que permitió la llegada de oro a Castilla, gracias a los tributos que se cobraban a los musulmanes, denominados Parias.
Las instituciones nazaríes estuvieron condicionadas por el permanente estado de guerra y las continuas reducciones del territorio del reino. La coyuntura política fue imponiendo determinados cargos que ayudaban a los sultanes a la administración central y provincial: Hachib o visir, secretarios y jueces que constituyeron verdaderos linajes.
La supervivencia del reino granadino fue lo que permitió la llegada de oro a Castilla, gracias a los tributos que se cobraban a los musulmanes, denominados Parias.
Las instituciones nazaríes estuvieron condicionadas por el permanente estado de guerra y las continuas reducciones del territorio del reino. La coyuntura política fue imponiendo determinados cargos que ayudaban a los sultanes a la administración central y provincial: Hachib o visir, secretarios y jueces que constituyeron verdaderos linajes.
Al igual que otros reinos peninsulares, Granada también experimentó un estancamiento demográfico, pues los 300.000 habitantes en 1300 seguían siendo una cantidad similar dos siglos después.
En arte destacó sobre todo una de las mayores joyas arquitectónicas de todos los tiempos, el Palacio de la Alhambra y los Jardines del Generalife, mientras que en otros aspectos de la cultura se experimentó el auge de la poesía.
El fin del reino Nazarí tuvo lugar entre 1482 y 1492, cuando se llevó a cabo la conquista de Granada por los Reyes Católicos, finalizando esta con el exilio de Boabdil y la expulsión de los mudéjares en 1502.
POLÍTICA
El califa
(sucesor de Mahoma, “Príncipe de los creyentes”) era el máximo
dirigente del imperio islámico, presidía
la oración del viernes, juzgaba en última instancia, acuñaba
moneda con su nombre y dirigía el ejército.
Al lado del califa se encontraba el hachib, mayordomo de palacio o chambelán, que era una especie de primer ministro. El hachib estaba al frente de la casa real. al tiempo que controlaba los servicios fundamentales de la corte, la Cancillería y la Hacienda.
Por
debajo del hachib estaban los
visires,
que dirigían los diferentes diwanes
o ministerios
como el de Cancillería
(oficina encargada de expedir los documentos oficiales) o Hacienda
(recaudaba
el zacat
o limosna que entregaban los fieles musulmanes y la Chizya o tributo
personal que se cobraban a mozárabes y judíos, así como los
ingresos extraordinarios, para los monarcas cristianos o para
financiar el ejército).
Desde
el punto de vista judicial existían los cadíes,
personas a las que se exigía importantes conocimientos religiosos a
la vez que una conducta moral intachable. El cadí más importante
era, obviamente, el de la ciudad de Córdoba.
El amir, es el general supremo del ejército. Por debajo de él estaba el tugur, que dirigía los cuerpos expedicionarios. Asimismo tuvo gran importancia en tiempos de Abderramán III, la marina con importantes puertos como Algeciras y Almería-Pechina, principal zona de fabricación de navíos de guerra.
Al-Andalus,
primero con emires
(gobernadores
de grandes provincias musulmanas)
y después con califas, estaba dividido en una serie de
circunscripciones
o coras
con un valí
o gobernador, divididas en
regiones o nagiya o distritos o iqlim
dirigidas
a su vez por un qaid.
En cada una de las medinas o ciudades había un sahib al-madinat o
zalmedina.
ECONOMÍA
Al-Andalus se insertó plenamente en el mundo económico del islam. Ello supuso que la economía de la España musulmana, a diferencia de lo que sucedía en los territorios cristianos del norte, fuera de un gran dinamismo. En dicha economía sobresalía, como rasgo más significativo, el trascendental papel que desempeñaban las ciudades, centros tanto de actividades artesanales como mercantiles.
La
ciudad era el centro de vida económica. Muchas de ellas tenían
raíces romanas, aunque hubo algunas de nueva creación o “ex
novo”, entre las que cabe mencionar a Almería, Madrid o Calatayud.
Sin duda, la
ciudad más próspera de al-Andalus desde el siglo VIII al X fue
Córdoba.
Córdoba,
al igual que el resto de medinas, contaba con un gran muralla para su
protección. En ellas se hallaban, como elementos básicos, la
alcazaba o fortaleza defensiva, el alcázar o palacio,
la mezquita mayor y el zoco o plaza, centro de las
actividades artesanales y mercantiles. Destacaban, por otra parte,
algunos mercados especializados, como la alcaicería con
productos de lujo y otros de menos valor en almacenes o alhóndigas.
También
aparecían madrassas o escuelas coránicas, baños públicos o
hamman (edificios
públicos con zonas abovedadas y piscinas a la manera de las termas
romanas, visitados por hombres y mujeres a diferentes horas del día)
y el funduq o caravasar, una hospedería para los diferentes
visitantes de la medina (ej. “Corral
del Carbón” en Granada). Otros
edificios serían los conventos fortificados o ribats
y los mausoleos o
sepulcros de gran fastuosidad, que
en la zona oriental del imperio adquirieron un espectacular
desarrollo.
También
realizarían puentes (Córdoba) y grandes obras de ingeniería.
Ésta
era asimismo una ciudad abierta, en la que convivían gentes de tres
religiones, pues al lado de las mezquitas musulmanas había iglesias
cristianas y sinagogas judías. En los alrededores estaban los
arrabales (juderías y barrios mozárabes) y numerosas
almunias, es decir, explotaciones agrarias con sus casas de
campo o simplemente pequeñas huertas o almunias.
Agricultura
Era también de vital importancia por las condiciones climáticas de al-Anda-lus.
Actividades relacionadas con la ganadería eran la caza y la pesca, aunque escasamente desarrolladas.
SOCIEDAD
CULTURA ANDALUSÍ
RELIGIÓN
ARTE ANDALUSÍAgricultura
Era también de vital importancia por las condiciones climáticas de al-Anda-lus.
Las
zonas más fértiles se localizaban en los valles fluviales, en
particular en el Ebro, y sobre todo el del Guadalquivir.
Los
principales cultivos de la España musulmana era la
“trilogía mediterránea”,
es decir, los cereales (en particular, el trigo
y la cebada, pero también el centeno, el mijo o la avena), la vid
(pese a la prohibición coránica del consumo del vino) y
el olivo.
Los
árabes introdujeron importantes novedades, impulsando notablemente
el regadío, sobre todo a base de la noria y las acequias.
Introdujeron
el desarrollo de cultivos como el arroz, los cítricos (naranja,
limón), la caña de azúcar, la palmera, el algodón, la berenjena,
la alcachofa o el azafrán.
Es
preciso señalar, asimismo, el auge alcanzado por las plantas
aromáticas y medicinales, así como la proliferación de las huertas
y los vergeles.
Ganadería
Los
animales que más abundaban en al-Andalus eran la oveja y la cabra,
sin olvidar a los
caballos (raza árabe),
imprescindibles para la guerra, y a las mulas, utilizadas para el
acarreo de productos. En cambio retrocedió el cerdo, debido a
motivos religiosos.
También
adquirió gran importancia en al-Andalus la sericultura
o producción de seda,
con la aportación del árbol de la morera para alimentar a los
gusanos.
Actividades relacionadas con la ganadería eran la caza y la pesca, aunque escasamente desarrolladas.
Minería
También
fue una actividad de gran empuje la minería, destacando, como
principales productos extraídos, el hierro, el plomo, el cobre y el
estaño. También se interesaron los árabes por el oro, que se
obtenía del lavado de diversos cursos fluviales, como el Segre, el
Tajo, el Genil o el Darro, y las piedras preciosas.
Otros
recursos naturales por los que mostraron un vivo interés los
habitantes de al-Andalus fueron la madera, procedente ante todo de
encinas, castaños y pinos, la sal, el mármol o la piedra de
construcción.
Artesanía
El
primer renglón de la producción artesanal de al-Andalus fue el del
textil. En primera fila se encontraba el tiraz
cordobés,
nombre que se aplicaba a las manufacturas textiles controladas por el
poder público.
Como
productos principales cabe señalar los tejidos de seda, de los
cuales los más conocidos eran los brocados cordobeses, o los tejidos
de lino, que se fabricaban en Zaragoza.
Pero
no fueron menos importantes actividades como la marroquinería (el
trabajo de las pieles y los cueros), la producción de vidrio, la
fabricación de papel (localizada básicamente en Játiva), los
objetos cerámicos, las armas (se fabricaban sobre todo en Córdoba,
Málaga y Toledo) o la orfebrería con el trabajo del oro, la plata,
el marfil y las piedras preciosas.
Comercio
El
comercio era una actividad bien vista en el mundo islámico. El
desarrollo de la actividad mercantil en al-Andalus contaba con la
existencia de dos tipos de moneda: una de oro, el dinar,
y otra de plata, el dirhem.
En
las ciudades el comercio se realizaba en el zoco, constituido por un
laberinto de callejuelas, cada una de las cuales solía tener tiendas
de un determinado producto. Dentro del zoco se hallaban las
alcaicerías, zonas protegidas en donde se vendían los objetos de
mayor calidad. También había alhóndigas, que servían para el
almacenamiento de mercancías, así como con funduqs para el
alojamiento de los mercaderes.
La
actividad del zoco era inspeccionada por el almotacén,
que se encargaba del estricto cumplimiento de la ley.
Pero
Al-Andalus mantuvo, asimismo, un floreciente comercio exterior, ante
todo con los restantes países islámicos, aunque también con la
Europa cristiana.
- importaba de África oro sudanés y esclavos negros, y del Próximo Oriente, especias, pieles, armas y productos de lujo.
- exportaba productos agrícolas, determinados minerales y tejidos.
La
población de al-Andalus era muy heterogénea por lo que había que
distinguir entre:
- musulmanes, ya fueran árabes o beréberes. Los primeros ocuparán los puestos dirigentes y las mejores tierras (valles del Ebro y del Guadalquivir y Levante), mientras que los segundos (tribus del norte de África islamizados) quedarán relegados como “musulmanes de 2º clase” por lo que serán reacios a someterse a su autoridad central y provocarán un período de luchas y enfrentamientos que durará toda el período andalusí.
Los
invasores introdujeron en España sus estructuras sociales, de las
que hay que destacar rasgos tan significativos como la fuerte
cohesión tribal y la práctica de la endogamia.
También
formaban parte del grupo musulmán los eunucos
o negros procedentes del Sudán, así como los esclavos originarios
de la Europa oriental, los llamados saqaliba,
los cuales lograron gran predicamento en tiempos de Abderramán
III.
- los
no musulmanes.
Por
lo que se refiere a
los
hispanovisigodos, se dividirán entre
los muladíes,
es decir, los habitantes de la España visigoda que aceptaron y se
convirtieron a la religión islamica y los
mozárabes,
aquellos que quisieron mantener su religión aunque la mayoría
acabaría emigrando hacia el Norte.
Éstos
últimos serán considerados dimníes
o “protegidos” como “gentes del libro”,
es decir, tributarios, término que se utilizaba también para
referirse a los
judíos.
Su
situación fiscal era mucho más dura que para los musulmanes, pues
estaban obligados a abonar un tributo personal, la chiizya,
más el otro territorial, el jaraich.
CULTURA ANDALUSÍ
RELIGIÓN
La
introducción, a finales del siglo VIII, de la
doctrina malikí,
creó un clima de mayor rigidez. Pero la mayor liberalidad mostrada
desde mediados del siglo IX y sobre todo en tiempos del Califato, así
como la conexión con Oriente, explican la irrupción en al-Andalus
de otras corrientes de pensamiento que disentían de la oficial, lo
que las colocaba próximas
a la heterodoxia.
La
doctrina
que mayor arraigo alcanzó en la España musulmana fue el
mutazilismo.
El disidente más significado en esa dirección, sin duda alguna, es
Ibn Masarra, al que ha llegado a considerarse nada menos que el
iniciador del librepensamiento.
Los
musulmanes, por otra parte, recogieron el riquísimo legado cultural
del mundo helenístico, así como el de diversos países del Medio
Oriente.
Por
el mundo islámico circulaban abundantes manuscritos, de temas
literarios o científicos. Se trataba de obras originales del mundo
árabe o de textos recogidos de la tradición griega, persa, india,
etc.
En
el campo de la creación literaria alcanzó un gran auge la
poesía. Había poesía
clásica y popular, género que originó, en el transcurso del siglo
X, composiciones como el zejel
la muwasaja.
En el terreno de la
prosa una obra de gran valor, será “El collar
y la paloma”, cuyo autor
fue Ibn ‘Abd Rabbihí.
Importantes fueron,
por otra parte, las obras de historia
como al-Razi,
del que sólo se conservan algunos fragmentos.
Las descripciones de
países y regiones, campo que anticipaba la geografía,
aparecen en autores como al-Warraq,
que escribió una obra titulada Las
rutas y los reinos.
Las ciencias también
fueron cultivadas ampliamente en al-Andalus. En
el ámbito de las
matemáticas conviene
recordar que los árabes introdujeron en tierras hispanas, a finales
del siglo IX, la numeración de origen indio.
Un matemático muy famoso fue al-Mach-riti,
conocido como «el
Euclides de España».
También alcanzó
gran auge la astronomía,
campo en el que sobresalió Ibn
al-Samh, que compuso unas
conocidas tablas.
Otra disciplina que
conoció un notable empuje en al-Andalus fue la medicina
con al-Zahrawi, más
conocido como Abulcasis.
Asimismo tuvieron
cultivadores disciplinas como la botánica, la zoología, la alquimia
o la farmacología.
ARTE
El
arte islámico está condicionado
por su religión
pues, si bien, por un lado, la mezquita se convertirá en su
principal manifestación, por otro, la prohibición de la idolatría
hará que la arquitectura ejerza su predominio más absoluto.
Será
una síntesis
artística
entre diversas tradiciones y variantes regionales.
La
arquitectura,
máxima expresión de la actividad artística, se hará de materiales
pobres como ladrillo
en el exterior, madera
en techos (artesonado con decoración de lacería) y aleros,
yeso
y mármol
en los muros interiores y azulejos
(cerámica
vidriada) en zócalos y quicios.
Como
elementos sustentantes utilizan pilares
o
columnas
de capiteles corintios
(de “avispero” califal, encintado almohade, de mocárabes o de
ataurique nazaríes) que sostienen arcos
de herradura
y sus variantes (dobles, geminados, entrecruzados, enjarjados,
polilobulados, mixtilíneos, etc) y cúpulas
de nervios o nervadas
(cruceria califal, gallonada..). Los arcos en puertas o muros, suelen
estar decorados con una moldura o alfiz,
que deja un espacio triangular, la enjuta
o albanega.
En
cada superficie se extiende una decoración
geométrica,
vegetal estilizada o ataurique (por
medio de tallos que se repiten a través de procesos de
multiplicación, subdivisión y rotación), y
epigráfica
(con trazos redondeados, geométricos y monumentales en la escritura
kúfica
(de
la ciudad iraquí de Kufa), o alargados, angulosos, cursivos y más
decorativos cuando se trata de la
nesjí).
A
través de este ritmo repetitivo (carácter infinito) se pretende
conseguir un estado sereno en quien lo contemple que le permita
acceder hacia el mundo interior.
Destaca
la
mezquita de Córdoba,
de
planta rectangular
ocupa
un lugar principal como centro de oración, pudiéndose distinguir
como en el resto, sus diferentes partes:
- alminar o minarete, una torre que va adquiriendo formas diversas según las zonas y en la que el muecín o almuédano llama a la oración los Viernes (las cinco veces al día que prescribe el Corán),
- sahn, es el patio, que suele estar rodeado de pórticos, con una fuente de abluciones o sabil que purifica al creyente antes de entrar en el recinto cubierto y
- haram, sala de oración compuesta por una serie de naves, formadas por arcos sostenidos por pilares o columnas, que pueden discurrir de forma paralela o perpendicular al muro final orientado a La Meca, denominado muro de la quibla, en cuya parte central se colocaba un nicho o habitáculo denominado mihrab que evocaba la presencia del Profeta.
- mimbar o púlpito desde donde el imán o jefe espiritual se dirigía a los creyentes.
- En las ciudades importantes se colocaba junto al mihrab una sala privadas o maqsura. en las que el representante del poder político (califa, gobernador, etc.) asistía cercado por arquerías o rejas a la oración asegurando su integridad física.
En
el siglo XVI, quedó gravemente alterada por la construcción de la
catedral cristiana en medio del haram.
Destaca
su “palmeral” con el uso de dobles arquerías, de herradura la
inferior y de medio punto la superior que descansa en los modillones,
con su famosa alternancia de dovelas
rojas-blancas, su rica decoración general con fustes y capiteles
diferentes procedentes de edificios romanos o visigodos, el
Lucernario de la actual capilla de Villaviciosa,
la fastuosa puerta del mirhab
(dovelas decorativas de mosaicos de influencia bizantina, jambas de
mármol blanco e interior con arcos ciegos trilobulados) y la
maqsura,
cubierta por una rica cúpula gallonada, las tres desarrolladas por
el chambelán Chafar de Al-hakam II. En el exterior destaca la Puerta
de San Esteban.
Obra
importante del periodo es la ciudad
palatina de Madinat
al-Zahra, (Medina
Azahara) obra de Abd al-Rahman
III en el 936 y concluída por Al-Hakam II, realizada en terrazas a
las afueras de Córdoba, rodeada de una muralla simbólica más que
defensiva y donde destaca el denominado Salón
Rico o de Embajadores, con la característica talla de avispero en
sus capiteles y verdadero símbolo del
poder califal.
Contaba
también con mezquita, talleres y huertas y fue destruida en el 1010
con las guerras que pondrían fin al califato veinte años después.
Como
arquitectura popular destaca en Toledo la mezquita
de Ibn al-Mardum, junto a la “Puerta
del Mayordomo”, de planta cuadrada y nueve tramos cubiertos por
diferentes tramos de cúpulas de nervios.
Aunque
el periodo taifa (1031-1085)
es un momento de descomposición política o fitna,
la exuberancia decorativa generada para disimular pobreza
constructiva y aparentar el poder y la riqueza, de los que se carece,
produce joyas como la Puerta
de la Bisagra
de Toledo (con un gran monolito de
dintel, como las puertas de la mezquita de Córdoba) el palacio
de la Aljafería de Zaragoza (planta
cuadrada y torres cilíndricas).
También
se desarrolla la arquitectura militar con alcazabas
en ciudades como Málaga,
Granada y Almería.
-
Almorávides y almohades llegan en el s. XI del norte de África
creando efímeros imperios y dejando diferentes huellas.
.
Los almorávides
(1085) novedades estilísticas como la
multiplicación de arcos o las bóvedas de nervios y mocárabes.
Destaca
su arquitectura militar que se puede observan en el conjunto
amurallado de Niebla, aunque en
la Península no dejaron mezquitas en forma de T, como las de
Tremecén y Maraquech, en Marruecos.
.
El rigorismo religioso almohade
(1147) deja su huella en el arte a
través de enormes espacios vacíos, decoración con una trama de
rombos o sebka, ventanas geminadas y alminares muy desarrollados.
Con
capital en Sevilla, embellecen la ciudad con la mezquita de 17 naves,
de la que sólo queda el alminar descentrado (la
Giralda),
semejante a la de Kutubiyya
(Marrakech) el patio
(llamado
de
los naranjos),
y la Puerta
del Perdón.
La
Torre
del Oro (torre
corocha de planta dodecagonal que servía para comunicar la muralla
con el río Guadalquivir, que recibe su nombre por la decoración
cerámica de la parte alta),
será ejemplo significativo de su arquitectura militar.
Ya
en los siglos XIV y XV, cuando el dominio musulmán de la Península
queda relegado a una pequeña zona de Andalucía oriental, va a
florecer el arte nazarí (1238-1492),
que tiene en la
Alhambra,
su emblema.
Acrópolis o ciudad
palatina sobre la ciudad de Granada llamada “la roja” o castillo
rojo por el color de la arcilla de sus muros.
Se distribuye en tres
núcleos independientes: la alcazaba, los palacios reales (hubo hasta
seis) y una ciudad autónoma.
La
realizaron en diferentes fases los distintos sultanes:
.
Muhammah I construirá la alcazaba o fortaleza en el cerro de la
Sabika y la abasteció de agua mediante una acequia con caudal desde
el río Darro.
.
Muhammah II desarrollará el
Generalife, “casa
de agua y finca de recreo”,
palacio de
verano (ej. Patio
de la Acequia)
y finca agropecuaria en la ladera del cerro contiguo, con un
primoroso pabellón de recreo.
.
Muhammah III, construye el primer palacio,
denominado el Partal
(pabellón cubierto con cúpula, torre anexa y amplia alberca a la
entrada)
.
Yusuf I reconstruye las puertas (Puerta
de la Explanada, 1348) y torres
de la muralla como la de Comares,
palacio
y sede oficial con el Salón
del trono de Yusuf I en torno a dos
patios, el
del
Cuarto Dorado
y
el de
los Arrayanes,
con un gran estanque en el centro y pórticos en cada uno de los
lados menores, que sirve de eje para las estancias reales (hoy
desaparecidas las del lado sur, no la del norte, que da acceso a el
Salón de los Embajadores (1333-54),
bajo la torre, en la que la
decoración musulmana consigue una de sus cimas (riqueza del zócalo
geométrico, el estuco (yeso labrado) en ataurique y el artesonado
(armadura de madera labrada) del techo con la representación de los
siete cielos del paraíso, presididos por el trono de Alá.
.Muhammah
V otorga al área de los palacios su configuración actual.
La
tradición oriental aconsejaba que cada sultán realizara su propio
rpalacio y así ordena construir el palacio
de los Leones (1354-91), como
residencia privada y lugar de recreo distribuyendo las estancias
alrededor de un patio de crucero
dominado por una fuente que es sostenida por 12 leones (6 leones y
seis leonas que pertenecían al palacio de un visir judío de Granada
reutilizados por él, símbolo del año solar y de los doce toros que
Salomón instaló en el templo de Jerusalén y a los que añadió la
taza superior).
En
este punto se cruzan dos ejes, el más corto, debido a su avance
mediante dos pórticos con los dos pabellones (la Sala
de los Mocárabes al oeste
y la Sala de los Reyes
(cuya
alcoba tiene pinturas figurativas en el techo)
al este; y
el más largo, con la Sala de los
Abencerrajes al sur
y la Sala de Dos Hermanas
al norte,
donde sobresalen la decoración de mocárabes de sus cúpulas. De
esta última sala se accede al mirador
de Daraxa, preciosa habitación
privada que abría a un jardín.
En
época nazarí también fueron importantes las artes
decorativas, no sólo las ya
referidas esculturas de la Fuente de los
Leones, sino también las pinturas del
techo de la sala de los Reyes,
en el palacio de los Leones, y la cerámica
de reflejos metálicos que tiene en los “jarrones
de la Alhambra” piezas
excepcionales.
Florecieron
también las artes
aplicadas
con ejemplos tan representativos como las arquetas
de Leyre o de la catedral de Gerona,
los botes
de Almoguira o
de Zamora
en la eboraria,
el Ciervo
de Madinat al-Zahra
en la orfebrería,
los diversos objetos de cerámica
de reflejos metálicos y textiles
como
el Velo
de Hisham.
La
escultura
prácticamente es inexistente (aniconismo) quedando relegada a
escasas representaciones animales y con una precisa técnica del
trépano(ej.
modelado de las hojas de acanto o caulículos).
La
pintura,
prohibida en lugares sagrados (idolatría como gravísimo pecado),
apenas se desarrolla en los privados, si bien florece a través de la
miniatura.
Importante desarrollo de
las artes suntuarias (orfebrería y tejido).
La Mezquita de Córdoba
Reales Alcázares
La Alhambra
El Generalife
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