viernes, 8 de septiembre de 2017

VÍDEO ARTE GÓTICO

 

Catedral de Santiago


Pórtico de la Gloria

VÍDEO DEL ARTE ROMÁNICO

Los Reyes Católicos


¿Cómo llega la dinastía Trastámara al poder?

Corona de Castilla
Se inició por la disputa sucesoria entre Pedro I “el Cruel” (1350 – 1369) de la casa de Borgoña, y Enrique de Trastámara (después como rey - Enrique II- entre 1369-79 conocido como el “de las Mercedes”), hermano bastardo del monarca que lo asesina en Montiel y acaba venciéndolo en la guerra civil castellana (1366-1369).

Corona de Aragón

Sucederá con la muerte sin descendencia de Martín I el Humano, con la Concordia de Alcañiz (1411) y el Compromiso de Caspe (1412)  que acaban dando el poder Fernando “de Antequera” (1410 – 1416), nieto de Enrique II de Castilla, se produce la entronización de la dinastía castellana de los Trastámara en la corona de Aragón.


LOS REYES CATÓLICOS.


En 1475 tiene lugar la Concordia de Segovia entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, (casados en 1469 provocando la unión dinástica de los trastámara) en la que ambos acuerdan el famoso lema “Tanto monta, monta tanto...”que aparece en su escudo.

Ésta, tuvo lugar dentro de una nueva guerra civil castellana (1474-79), que finaliza con las victorias de Isabel (hermana de Enrique IV) y su "sobrina" Juana “la Beltraneja” - posible hija de Beltrán de la Cueva, secretario de Enrique IV- (casada con Alfonso V de Portugal)  en las batallas de Toro (1476) y la Albuera, y concluye con el Tratado de Alcaçovas – Toledo (1479).

En ese mismo año, sube al trono también el infante Fernando, sucediendo a su padre Juan II, produciéndose la unión territorial (1479), pero no política, ya que ambos reinos conservarán sus propias:
· coronas (centralismo castellano frente a pactismo o federalismo aragonés),
·       fronteras,
·       moneda y sistema fiscal,
·       lengua y costumbres,
·       cortes e instituciones municipales de gobierno, y cómo no,
·    su política exterior, ya que mientras Castilla se orientó hacia el Oeste por el Atlántico (colonización de Canarias  y descubrimiento de América), Aragón lo hizo hacia el Este por el Mediterráneo (N. de África – Melilla, Orán, Trípoli o Bugía- además de Nápoles “dos Sicilias”).

Tras su llegada al poder en 1479, posteriormente vendría la Conquista de Granada en 1492 y la anexión de Navarra por parte de las tropas de Fernando el Católico dirigidas por el Duque de Alba (1512). Tras una breve insurrección, en 1515 Navarra es definitivamente incorporada a la corona de Castilla, dando por finalizada la unión territorial.

*Del territorio peninsular, tan sólo permanecerá fuera del dominio de los Reyes Católicos, el reino de Portugal (Manuel I “el Afortunado”) pero con el que comenzará su política matrimonial a través de lazos diplomáticos  con sus hijas Isabel y María.
Del mismo modo lo hará con el imperio austríaco con Juana (Felipe “el Hermoso”) y con Inglaterra (Enrique VIII) a través de Catalina.


Los reyes de Castilla y Aragón, tras el descubrimiento de América, recibirían del papa Alejandro VI (Rodrigo Borja, “Borgia” en italiano; sucedió a su tío Alfonso Borja, obispo de Valencia y papa Calixto III), el apodo de “católicos” a través de la bula “Inter Caetera” por la que se justificará su presencia y posesión de aquellos territorios con el objetivo divino de la evangelización del Nuevo Mundo.

Además de conseguir fama internacional por la culminación de la Reconquista con la conquista de Granada (1492), comenzarían la unión religiosa con la creación del Tribunal de la Santa Inquisición o “Santo Oficio” (1478) siguiendo con los “progroms” antijudios castellanos hasta su edicto de expulsión en 1492.

Dicho tribunal, tendría como primer inquisidor general al confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada, y posteriormente a personajes tan importantes como el Cardenal Cisneros.
No sólo perseguía a falsos conversos entre moriscos o marranos y judeoconversos, sino también a herejes, brujas, adúlteros o bígamos.

El procedimiento utilizado eran los juicios o “autos de fe” en las plazas de los pueblos donde, según los delitos, se les ponía su “sambenito” (palabra procedente de de “saco santo” o San Benito) consistente en coroza o caperuza para la cabeza y escapulario para el cuerpo, con dibujos de llamas simulando el infierno, y en ocasiones portando un cirio en la mano.



El avance hacia la monarquía autoritaria fue difícil pero se dieron pasos importantes para el reforzamiento del poder real ante todos los grupos sociales como:
-       la nobleza.  En primer lugar la Conquista de Granada fue vital para tenerlos ocupados y así evitar intrigas o rebeliones. Crean el Consejo Real, con la contratación de juristas especializados en su lugar. 
También sería crucial la creación de la figura del Virrey (América y Nápoles) “Alter Ego” o persona de confianza de los monarcas, para sí facilitar su control.
Por último, será fundamental la formación de un ejército profesional y permanente del que sobresalgan los “Tercios”, infantería castellana de gran fama internacional.
-       el clero a través del denominado “Patronato Regio”, que daba facultad a los Reyes Católicos del nombramiento de la alta jerarquía eclesiástica (obispos, arzobispos o cardenales) evitando así el nepotismo y los abusos de poder.
Otro de los instrumentos utilizados sería el autonombramiento de Fernando como Gran Maestre de todas las Órdenes Militares (Santiago, Alcántara y Calatrava de Castilla, y Montesa de Aragón) para así controlar sus latifundios o enormes posesiones de tierras o los grandes rebaños de ovejas obtenidas de la reconquista.
-       la “escasa” Burguesía, con la creación de la Contaduría Mayor de Hacienda, para regularizar y hacer más eficaz el sistema fiscal y poner fin al patriciado urbano, además del ejercicio de una política de centralización a través de la Burocracia, grupos de funcionarios compuestos por corregidores y regidores en ciudades y pueblos respectivamente.
En la corona de Aragón aparecerá la “insaculación”, es decir, la elección “por azar” de cargos municipales, es decir, elegidos de entre las personas más cercanas a Fernando.
-       al campesinado, con la creación de la Santa Hermandad (1476), que servirá para la consolidación del orden público y como forma de evitar nuevos conflictos sociales.




Evolución política


AL-ANDALUS

Presencia musulmana en la Península Ibérica desde el 711 hasta 1492.
 
Al-Andalus tiene como precedente al reino visigodo y como consecuencia la llegada de la dinastía castellana trastamara de los Reyes Católicos.
 
CAUSAS DE LA CONQUISTA MUSULMANA
 
- CRISIS POLÍTICA VISIGODA por una lucha nobiliaria y fratricida entre Don Rodrigo (noble de prestigio) defensor de una monarquía electiva, y Agila, hijo de Witiza, último rey visigodo, que quería que continuase la monarquía con carácter hereditario.

la expansión musulmana de los omeyas en el s.VII
Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la YIHAD o "guerra santa", llevaron a cabo una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.  
 
la leyenda de Don Julian, gobernador de Ceuta y padre de Florinda. Ésta joven fue ultrajada y engañada por Don Rodrigo durante su época de caballero en Toledo, capital visigoda. Como venganza, Don Julian abre las puertas a los musulmanes como mercenarios para combatir junto a Agila.
 
- el apoyo financiero judío a los musulmanes, según las Crónicas mozárabes de Alfonso III de Asturias.


- derrota de Don Rodrigo frente a Tariq,  lugarteniente de Muza (gobernador la provincia de Ifriquiya, en el Norte de África) y los 10.000 sirios de Balg en la BATALLA DE GUADALETE en el 711Rodrigo, que perdió la vida en el combate.
- la indiferencia de la población hispanovisigoda
- el sistema de CAPITULACIONES. Contrato por el cual la nobleza y el clero cristiano podrían mantener sus tierras y sus costumbres a cambio de un impuesto territorial o JARAICH y otro personal o CHIZIA.
Diversos magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores, como fue el caso de Teodomiro, convertido en Tudmir,en la región murciana. 

La violencia fue más la excepción que la regla. Esto nos explica la rapidez de la conquista.
 

El Emirato dependiente de Damasco (711- 756)
 
Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en un nuevo territorio controlado por el imperio musulmán, denominado Al-Andalus ("tierra de Vándalos"). 

Al principio (711-718), al frente de este territorio (Waliato o Valiato), se colocó a un Valí o gobernador que actuaba como delegado del emir de Ifriquiya (N. de África) con capital en Kairuan, y del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.

En apenas seis años, los musulmanes (árabes y bereberes) lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia. 
Al ver la magnitud del territorio el califa omeya convertirá a Al-Andalus en una provincia mayor, es decir, en un emirato ya independiente del N. de África.

Consolidaron la zona estableciendo en Mérida, Toledo (antigua capital visigoda) y Zaragoza, las tres MARCAS fronterizas y defensivas para controlar mejor el territorio y fijaron como capital a Córdoba.

En al zona occidental u oeste, sólo las regiones montañosas de las zonas cantábrica escaparon a su control. Don Pelayo, un noble hispanovisigodo los vencerá en la batalla de Covadonga (722) dando origen a los pueblos cristianos, con el Reino de Asturias.

Aún así, animados el éxito de la conquista, por la zona oriental o este, cruzarán los Pirineos y entrarán en el reino franco, donde serán frenados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732) que supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa al ser controlados al sur de los Pirineos por la Marca Hispánica creada por Carlomagno.


Los árabes, ocupaban los puestos dirigentes y las mejores tierras (valles del Ebro y del Guadalquivir).
Tenían fuertes estructuras tribales (qaraysíes, yemeníes, kalbíes) por lo que mantuvieron largo tiempo fuertes enemistades.

Los  bereberes ( truibus del norte de África islamizados) engrosaron las filas del ejército musulmán, se asentaron en las peores tierras (zonas despobladas de la Meseta) y quedaron fuera de los órganos de poder como "ciudadanos de segunda clase" lo que los hacia reacios a someterse a la autoridad central árabe. 

Resultado de todo ello fue un oscuro período de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes árabesentre árabes y beréberes,  que durará toda el período andalusí.




El Emirato independiente de Bagdad (756-929)
 
A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato. 

Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. 

Al-Andalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual o religioso del mundo musulmán.
Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Andalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos cristianos del norte. 
El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Andalus.
 
Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder político y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo califa envió a sus gobernadores.
El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.
Almanzor y la crisis del Califato de Córdoba
En las últimas décadas del siglo X, Almanzor se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.
Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del Califato en el 1031.
 


Los reinos de Taifas (1031-1238)

La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.
De forma paulatinas las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.
En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.
Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.
Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.
En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.
 


Los imperios norteafricanos

La debilidad del Al-Andalus fragmentado en los reinos de Taifas permitió a los reinos cristianos del norte tomar la iniciativa militar en la península. Esta superioridad cristiana se vio dos veces interrumpida por la irrupción en Al-Andalus de dos invasiones norteafricanas que consiguieron de forma efímera recuperar la unidad de la España musulmana.
La pérdida de Toledo en el año 1085 fue un duro golpe para los musulmanes de Al Andalus. La reacción fue llamar en su ayuda al poder que se se había hecho fuerte al otro lado del estrecho de Gibraltar: el imperio almorávide.
En el año 1086 llegaron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África.
Caracterizados por el rigor religioso, los almorávides acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas (1086) y de Uclés (1108).
El poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de Al-Andalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.

Más tarde llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes.
Los almohades no solo unificaron nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla.
Sin embargo, el intento almohade de reunificación de Al-Andalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212). El hundimiento del imperio almohade llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no puedieron resistir el avance cristiano que resultó prácticamente incontenible.
 

La España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada.

El reino de Granada se caracterizó por la pervivencia de la dinastía Nazarí, así como por la división interna y las luchas por el poder entre los Abencerrajes y los Banu Sarray.

La supervivencia del reino granadino fue lo que permitió la llegada de oro a Castilla, gracias a los tributos que se cobraban a los musulmanes, denominados Parias. 


Las instituciones nazaríes estuvieron condicionadas por el permanente estado de guerra y las continuas reducciones del territorio del reino. La coyuntura política fue imponiendo determinados cargos que ayudaban a los sultanes a la administración central y provincial: Hachib o visir, secretarios y jueces que constituyeron verdaderos linajes.

Al igual que otros reinos peninsulares, Granada también experimentó un estancamiento demográfico, pues los 300.000 habitantes en 1300 seguían siendo una cantidad similar dos siglos después. 


En arte destacó sobre todo una de las mayores joyas arquitectónicas de todos los tiempos, el Palacio de la Alhambra y los Jardines del Generalife, mientras que en otros aspectos de la cultura se experimentó el auge de la poesía. 



 
 
 
El fin del reino Nazarí tuvo lugar entre 1482 y 1492, cuando se llevó a cabo la conquista de Granada por los Reyes Católicos, finalizando esta con el exilio de Boabdil y la expulsión de los mudéjares en 1502.
 
POLÍTICA

El califa (sucesor de Mahoma, “Príncipe de los creyentes”) era el máximo dirigente del imperio islámico, presidía la oración del viernes, juzgaba en última instancia, acuñaba moneda con su nombre y dirigía el ejército.

Al lado del califa se encontraba el hachib, mayordomo de palacio o chambelán, que era una especie de primer ministro. El hachib estaba al frente de la casa real. al tiempo que controlaba los servicios fundamentales de la corte, la Cancillería y la Hacienda.

Por debajo del hachib estaban los visires, que dirigían los diferentes diwanes o ministerios como el de Cancillería (oficina encargada de expedir los documentos oficiales) o Hacienda (recaudaba el zacat o limosna que entregaban los fieles musulmanes y la Chizya o tributo personal que se cobraban a mozárabes y judíos, así como los ingresos extraordinarios, para los monarcas cristianos o para financiar el ejército).

Desde el punto de vista judicial existían los cadíes, personas a las que se exigía importantes conocimientos religiosos a la vez que una conducta moral intachable. El cadí más importante era, obviamente, el de la ciudad de Córdoba.

El amir, es el general supremo del ejército. Por debajo de él estaba el tugur, que dirigía los cuerpos expedicionarios. Asimismo tuvo gran importancia en tiempos de Abderramán III, la marina con importantes puertos como Algeciras y Almería-Pechina, principal zona de fabricación de navíos de guerra.

Al-Andalus, primero con emires (gobernadores de grandes provincias musulmanas) y después con califas, estaba dividido en una serie de circunscripciones o coras con un valí o gobernador, divididas en regiones o nagiya o distritos o iqlim dirigidas a su vez por un qaid. En cada una de las medinas o ciudades había un sahib al-madinat o zalmedina.

ECONOMÍA

Al-Andalus se insertó plenamente en el mundo económico del islam. Ello supuso que la economía de la España musulmana, a diferencia de lo que sucedía en los territorios cristianos del norte, fuera de un gran dinamismo. En dicha economía sobresalía, como rasgo más significativo, el trascendental papel que desempeñaban las ciudades, centros tanto de actividades artesanales como mercantiles.

La ciudad era el centro de vida económica. Muchas de ellas tenían raíces romanas, aunque hubo algunas de nueva creación o “ex novo”, entre las que cabe mencionar a Almería, Madrid o Calatayud. Sin duda, la ciudad más próspera de al-Andalus desde el siglo VIII al X fue Córdoba.

Córdoba, al igual que el resto de medinas, contaba con un gran muralla para su protección. En ellas se hallaban, como elementos básicos, la alcazaba o fortaleza defensiva, el alcázar o palacio, la mezquita mayor y el zoco o plaza, centro de las actividades artesanales y mercantiles. Destacaban, por otra parte, algunos mercados especializados, como la alcaicería con productos de lujo y otros de menos valor en almacenes o alhóndigas.

También aparecían madrassas o escuelas coránicas, baños públicos o hamman (edificios públicos con zonas abovedadas y piscinas a la manera de las termas romanas, visitados por hombres y mujeres a diferentes horas del día) y el funduq o caravasar, una hospedería para los diferentes visitantes de la medina (ej. “Corral del Carbón” en Granada). Otros edificios serían los conventos fortificados o ribats y los mausoleos o sepulcros de gran fastuosidad, que en la zona oriental del imperio adquirieron un espectacular desarrollo.

También realizarían puentes (Córdoba) y grandes obras de ingeniería.

Ésta era asimismo una ciudad abierta, en la que convivían gentes de tres religiones, pues al lado de las mezquitas musulmanas había iglesias cristianas y sinagogas judías. En los alrededores estaban los arrabales (juderías y barrios mozárabes) y numerosas almunias, es decir, explotaciones agrarias con sus casas de campo o simplemente pequeñas huertas o almunias. 

Agricultura

Era también de vital importancia por las condiciones climáticas de al-Anda-lus.

Las zonas más fértiles se localizaban en los valles fluviales, en particular en el Ebro, y sobre todo el del Guadalquivir.

Los principales cultivos de la España musulmana era la “trilogía mediterránea”, es decir, los cereales (en particular, el trigo y la cebada, pero también el centeno, el mijo o la avena), la vid (pese a la prohibición coránica del consumo del vino) y el olivo.

Los árabes introdujeron importantes novedades, impulsando notablemente el regadío, sobre todo a base de la noria y las acequias.

Introdujeron el desarrollo de cultivos como el arroz, los cítricos (naranja, limón), la caña de azúcar, la palmera, el algodón, la berenjena, la alcachofa o el azafrán.

Es preciso señalar, asimismo, el auge alcanzado por las plantas aromáticas y medicinales, así como la proliferación de las huertas y los vergeles.

Ganadería

Los animales que más abundaban en al-Andalus eran la oveja y la cabra, sin olvidar a los caballos (raza árabe), imprescindibles para la guerra, y a las mulas, utilizadas para el acarreo de productos. En cambio retrocedió el cerdo, debido a motivos religiosos.

También adquirió gran importancia en al-Andalus la sericultura o producción de seda, con la aportación del árbol de la morera para alimentar a los gusanos.

Actividades relacionadas con la ganadería eran la caza y la pesca, aunque escasamente desarrolladas.

Minería

También fue una actividad de gran empuje la minería, destacando, como principales productos extraídos, el hierro, el plomo, el cobre y el estaño. También se interesaron los árabes por el oro, que se obtenía del lavado de diversos cursos fluviales, como el Segre, el Tajo, el Genil o el Darro, y las piedras preciosas.

Otros recursos naturales por los que mostraron un vivo interés los habitantes de al-Andalus fueron la madera, procedente ante todo de encinas, castaños y pinos, la sal, el mármol o la piedra de construcción.

Artesanía

El primer renglón de la producción artesanal de al-Andalus fue el del textil. En primera fila se encontraba el tiraz cordobés, nombre que se aplicaba a las manufacturas textiles controladas por el poder público.

Como productos principales cabe señalar los tejidos de seda, de los cuales los más conocidos eran los brocados cordobeses, o los tejidos de lino, que se fabricaban en Zaragoza.

Pero no fueron menos importantes actividades como la marroquinería (el trabajo de las pieles y los cueros), la producción de vidrio, la fabricación de papel (localizada básicamente en Játiva), los objetos cerámicos, las armas (se fabricaban sobre todo en Córdoba, Málaga y Toledo) o la orfebrería con el trabajo del oro, la plata, el marfil y las piedras preciosas.

Comercio

El comercio era una actividad bien vista en el mundo islámico. El desarrollo de la actividad mercantil en al-Andalus contaba con la existencia de dos tipos de moneda: una de oro, el dinar, y otra de plata, el dirhem.

En las ciudades el comercio se realizaba en el zoco, constituido por un laberinto de callejuelas, cada una de las cuales solía tener tiendas de un determinado producto. Dentro del zoco se hallaban las alcaicerías, zonas protegidas en donde se vendían los objetos de mayor calidad. También había alhóndigas, que servían para el almacenamiento de mercancías, así como con funduqs para el alojamiento de los mercaderes.

La actividad del zoco era inspeccionada por el almotacén, que se encargaba del estricto cumplimiento de la ley.

Pero Al-Andalus mantuvo, asimismo, un floreciente comercio exterior, ante todo con los restantes países islámicos, aunque también con la Europa cristiana.
  • importaba de África oro sudanés y esclavos negros, y del Próximo Oriente, especias, pieles, armas y productos de lujo.
  • exportaba productos agrícolas, determinados minerales y tejidos.
SOCIEDAD
 
La población de al-Andalus era muy heterogénea por lo que había que distinguir entre:
  • musulmanes, ya fueran árabes o beréberes. Los primeros ocuparán los puestos dirigentes y las mejores tierras (valles del Ebro y del Guadalquivir y Levante), mientras que los segundos (tribus del norte de África islamizados) quedarán relegados como “musulmanes de 2º clase” por lo que serán reacios a someterse a su autoridad central y provocarán un período de luchas y enfrentamientos que durará toda el período andalusí.
Los invasores introdujeron en España sus estructuras sociales, de las que hay que destacar rasgos tan significativos como la fuerte cohesión tribal y la práctica de la endogamia.
También formaban parte del grupo musulmán los eunucos o negros procedentes del Sudán, así como los esclavos originarios de la Europa oriental, los llamados saqaliba, los cuales lograron gran predicamento en tiempos de Abderramán III.
    - los no musulmanes.
    Por lo que se refiere a los hispanovisigodos, se dividirán entre los muladíes, es decir, los habitantes de la España visigoda que aceptaron y se convirtieron a la religión islamica y los mozárabes, aquellos que quisieron mantener su religión aunque la mayoría acabaría emigrando hacia el Norte.
Éstos últimos serán considerados dimníes o “protegidos” como “gentes del libro”, es decir, tributarios, término que se utilizaba también para referirse a los judíos.
Su situación fiscal era mucho más dura que para los musulmanes, pues estaban obligados a abonar un tributo personal, la chiizya, más el otro territorial, el jaraich.
 
CULTURA ANDALUSÍ

RELIGIÓN

La introducción, a finales del siglo VIII, de la doctrina malikí, creó un clima de mayor rigidez. Pero la mayor liberalidad mostrada desde mediados del siglo IX y sobre todo en tiempos del Califato, así como la conexión con Oriente, explican la irrupción en al-Andalus de otras corrientes de pensamiento que disentían de la oficial, lo que las colocaba próximas a la heterodoxia. La doctrina que mayor arraigo alcanzó en la España musulmana fue el mutazilismo. El disidente más significado en esa dirección, sin duda alguna, es Ibn Masarra, al que ha llegado a considerarse nada menos que el iniciador del librepensamiento.
Los musulmanes, por otra parte, recogieron el riquísimo legado cultural del mundo helenístico, así como el de diversos países del Medio Oriente. Por el mundo islámico circulaban abundantes manuscritos, de temas literarios o científicos. Se trataba de obras originales del mundo árabe o de textos recogidos de la tradición griega, persa, india, etc.

En el campo de la creación literaria alcanzó un gran auge la poesía. Había poesía clásica y popular, género que originó, en el transcurso del siglo X, composiciones como el zejel la muwasaja.

En el terreno de la prosa una obra de gran valor, será “El collar y la paloma”, cuyo autor fue Ibn ‘Abd Rabbihí.

Importantes fueron, por otra parte, las obras de historia como al-Razi, del que sólo se conservan algunos fragmentos.

Las descripciones de países y regiones, campo que anticipaba la geografía, aparecen en autores como al-Warraq, que escribió una obra titulada Las rutas y los reinos.

Las ciencias también fueron cultivadas ampliamente en al-Andalus. En el ámbito de las matemáticas conviene recordar que los árabes introdujeron en tierras hispanas, a finales del siglo IX, la numeración de origen indio. Un matemático muy famoso fue al-Mach-riti, conocido como «el Euclides de España».

También alcanzó gran auge la astronomía, campo en el que sobresalió Ibn al-Samh, que compuso unas conocidas tablas.

Otra disciplina que conoció un notable empuje en al-Andalus fue la medicina con al-Zahrawi, más conocido como Abulcasis.

Asimismo tuvieron cultivadores disciplinas como la botánica, la zoología, la alquimia o la farmacología.

ARTE

El arte islámico está condicionado por su religión pues, si bien, por un lado, la mezquita se convertirá en su principal manifestación, por otro, la prohibición de la idolatría hará que la arquitectura ejerza su predominio más absoluto.

Será una síntesis artística entre diversas tradiciones y variantes regionales.

La arquitectura, máxima expresión de la actividad artística, se hará de materiales pobres como ladrillo en el exterior, madera en techos (artesonado con decoración de lacería) y aleros, yeso y mármol en los muros interiores y azulejos (cerámica vidriada) en zócalos y quicios.

Como elementos sustentantes utilizan pilares o columnas de capiteles corintios (de “avispero” califal, encintado almohade, de mocárabes o de ataurique nazaríes) que sostienen arcos de herradura y sus variantes (dobles, geminados, entrecruzados, enjarjados, polilobulados, mixtilíneos, etc) y cúpulas de nervios o nervadas (cruceria califal, gallonada..). Los arcos en puertas o muros, suelen estar decorados con una moldura o alfiz, que deja un espacio triangular, la enjuta o albanega.

En cada superficie se extiende una decoración geométrica, vegetal estilizada o ataurique (por medio de tallos que se repiten a través de procesos de multiplicación, subdivisión y rotación), y epigráfica (con trazos redondeados, geométricos y monumentales en la escritura kúfica (de la ciudad iraquí de Kufa), o alargados, angulosos, cursivos y más decorativos cuando se trata de la nesjí).

A través de este ritmo repetitivo (carácter infinito) se pretende conseguir un estado sereno en quien lo contemple que le permita acceder hacia el mundo interior.

Destaca la mezquita de Córdoba, de planta rectangular ocupa un lugar principal como centro de oración, pudiéndose distinguir como en el resto, sus diferentes partes:
 
  • alminar o minarete, una torre que va adquiriendo formas diversas según las zonas y en la que el muecín o almuédano llama a la oración los Viernes (las cinco veces al día que prescribe el Corán),
  • sahn, es el patio, que suele estar rodeado de pórticos, con una fuente de abluciones o sabil que purifica al creyente antes de entrar en el recinto cubierto y
  • haram, sala de oración compuesta por una serie de naves, formadas por arcos sostenidos por pilares o columnas, que pueden discurrir de forma paralela o perpendicular al muro final orientado a La Meca, denominado muro de la quibla, en cuya parte central se colocaba un nicho o habitáculo denominado mihrab que evocaba la presencia del Profeta.
  • mimbar o púlpito desde donde el imán o jefe espiritual se dirigía a los creyentes.
  • En las ciudades importantes se colocaba junto al mihrab una sala privadas o maqsura. en las que el representante del poder político (califa, gobernador, etc.) asistía cercado por arquerías o rejas a la oración asegurando su integridad física.
La construcción sobre la iglesia visigoda de San Vicente, fue fruto de diversas ampliaciones que parten de un núcleo originario de doce crujías transversales cortadas por once naves perpendiculares al muro de la qibla, al que se añade la ampliación de Abd al-Rahman II, la parte orientalizante del Al-Haqam II con la maqsura y el mihrab, y la parte decadente de Almanzor que rompe la simetría originaria.

En el siglo XVI, quedó gravemente alterada por la construcción de la catedral cristiana en medio del haram.

Destaca su “palmeral” con el uso de dobles arquerías, de herradura la inferior y de medio punto la superior que descansa en los modillones, con su famosa alternancia de dovelas rojas-blancas, su rica decoración general con fustes y capiteles diferentes procedentes de edificios romanos o visigodos, el Lucernario de la actual capilla de Villaviciosa, la fastuosa puerta del mirhab (dovelas decorativas de mosaicos de influencia bizantina, jambas de mármol blanco e interior con arcos ciegos trilobulados) y la maqsura, cubierta por una rica cúpula gallonada, las tres desarrolladas por el chambelán Chafar de Al-hakam II. En el exterior destaca la Puerta de San Esteban.

Obra importante del periodo es la ciudad palatina de Madinat al-Zahra, (Medina Azahara) obra de Abd al-Rahman III en el 936 y concluída por Al-Hakam II, realizada en terrazas a las afueras de Córdoba, rodeada de una muralla simbólica más que defensiva y donde destaca el denominado Salón Rico o de Embajadores, con la característica talla de avispero en sus capiteles y verdadero símbolo del poder califal.

Contaba también con mezquita, talleres y huertas y fue destruida en el 1010 con las guerras que pondrían fin al califato veinte años después.

Como arquitectura popular destaca en Toledo la mezquita de Ibn al-Mardum, junto a la “Puerta del Mayordomo”, de planta cuadrada y nueve tramos cubiertos por diferentes tramos de cúpulas de nervios.

Aunque el periodo taifa (1031-1085) es un momento de descomposición política o fitna, la exuberancia decorativa generada para disimular pobreza constructiva y aparentar el poder y la riqueza, de los que se carece, produce joyas como la Puerta de la Bisagra de Toledo (con un gran monolito de dintel, como las puertas de la mezquita de Córdoba) el palacio de la Aljafería de Zaragoza (planta cuadrada y torres cilíndricas).

También se desarrolla la arquitectura militar con alcazabas en ciudades como Málaga, Granada y Almería.

- Almorávides y almohades llegan en el s. XI del norte de África creando efímeros imperios y dejando diferentes huellas.

. Los almorávides (1085) novedades estilísticas como la multiplicación de arcos o las bóvedas de nervios y mocárabes.

Destaca su arquitectura militar que se puede observan en el conjunto amurallado de Niebla, aunque en la Península no dejaron mezquitas en forma de T, como las de Tremecén y Maraquech, en Marruecos.

. El rigorismo religioso almohade (1147) deja su huella en el arte a través de enormes espacios vacíos, decoración con una trama de rombos o sebka, ventanas geminadas y alminares muy desarrollados.

Con capital en Sevilla, embellecen la ciudad con la mezquita de 17 naves, de la que sólo queda el alminar descentrado (la Giralda), semejante a la de Kutubiyya (Marrakech) el patio (llamado de los naranjos), y la Puerta del Perdón.

La Torre del Oro (torre corocha de planta dodecagonal que servía para comunicar la muralla con el río Guadalquivir, que recibe su nombre por la decoración cerámica de la parte alta), será ejemplo significativo de su arquitectura militar.

Ya en los siglos XIV y XV, cuando el dominio musulmán de la Península queda relegado a una pequeña zona de Andalucía oriental, va a florecer el arte nazarí (1238-1492), que tiene en la Alhambra, su emblema.

Acrópolis o ciudad palatina sobre la ciudad de Granada llamada “la roja” o castillo rojo por el color de la arcilla de sus muros.

Se distribuye en tres núcleos independientes: la alcazaba, los palacios reales (hubo hasta seis) y una ciudad autónoma.

La realizaron en diferentes fases los distintos sultanes:

. Muhammah I construirá la alcazaba o fortaleza en el cerro de la Sabika y la abasteció de agua mediante una acequia con caudal desde el río Darro.

. Muhammah II desarrollará el Generalife, “casa de agua y finca de recreo”, palacio de verano (ej. Patio de la Acequia) y finca agropecuaria en la ladera del cerro contiguo, con un primoroso pabellón de recreo.

. Muhammah III, construye el primer palacio, denominado el Partal (pabellón cubierto con cúpula, torre anexa y amplia alberca a la entrada)

. Yusuf I reconstruye las puertas (Puerta de la Explanada, 1348) y torres de la muralla como la de Comares, palacio y sede oficial con el Salón del trono de Yusuf I en torno a dos patios, el del Cuarto Dorado y el de los Arrayanes, con un gran estanque en el centro y pórticos en cada uno de los lados menores, que sirve de eje para las estancias reales (hoy desaparecidas las del lado sur, no la del norte, que da acceso a el Salón de los Embajadores (1333-54), bajo la torre, en la que la decoración musulmana consigue una de sus cimas (riqueza del zócalo geométrico, el estuco (yeso labrado) en ataurique y el artesonado (armadura de madera labrada) del techo con la representación de los siete cielos del paraíso, presididos por el trono de Alá.

.Muhammah V otorga al área de los palacios su configuración actual.

La tradición oriental aconsejaba que cada sultán realizara su propio rpalacio y así ordena construir el palacio de los Leones (1354-91), como residencia privada y lugar de recreo distribuyendo las estancias alrededor de un patio de crucero dominado por una fuente que es sostenida por 12 leones (6 leones y seis leonas que pertenecían al palacio de un visir judío de Granada reutilizados por él, símbolo del año solar y de los doce toros que Salomón instaló en el templo de Jerusalén y a los que añadió la taza superior).

En este punto se cruzan dos ejes, el más corto, debido a su avance mediante dos pórticos con los dos pabellones (la Sala de los Mocárabes al oeste y la Sala de los Reyes (cuya alcoba tiene pinturas figurativas en el techo) al este; y el más largo, con la Sala de los Abencerrajes al sur y la Sala de Dos Hermanas al norte, donde sobresalen la decoración de mocárabes de sus cúpulas. De esta última sala se accede al mirador de Daraxa, preciosa habitación privada que abría a un jardín.

En época nazarí también fueron importantes las artes decorativas, no sólo las ya referidas esculturas de la Fuente de los Leones, sino también las pinturas del techo de la sala de los Reyes, en el palacio de los Leones, y la cerámica de reflejos metálicos que tiene en los “jarrones de la Alhambra” piezas excepcionales.

Florecieron también las artes aplicadas con ejemplos tan representativos como las arquetas de Leyre o de la catedral de Gerona, los botes de Almoguira o de Zamora en la eboraria, el Ciervo de Madinat al-Zahra en la orfebrería, los diversos objetos de cerámica de reflejos metálicos y textiles como el Velo de Hisham.
La escultura prácticamente es inexistente (aniconismo) quedando relegada a escasas representaciones animales y con una precisa técnica del trépano(ej. modelado de las hojas de acanto o caulículos).

La pintura, prohibida en lugares sagrados (idolatría como gravísimo pecado), apenas se desarrolla en los privados, si bien florece a través de la miniatura.

Importante desarrollo de las artes suntuarias (orfebrería y tejido).
 
 
 
 
 
 
 
ARTE ANDALUSÍ



La Mezquita de Córdoba


Reales Alcázares



La Alhambra

El Generalife